jueves, 22 de julio de 2010

Alta velocidad

Sentado en el cordón de la vereda, aún en shock por el accidente, pensó indefectiblemente en ella.

“La necesito… la necesito mucho ahora. ¡Sería todo tan distinto si ella me abrazara!... si pudiera llorar en su pecho… nada me dolería… no sería un momento tan triste si ella estuviera al lado mío”, pensó, mientras se limpiaba la sangre de las rodillas y los codos.


Siempre le había gustado la velocidad, y ese día estaba yendo más rápido que nunca. Las ruedas debajo de el giraban de una manera que no había visto jamás. Sentía el viento en la cara, y disfrutaba cada centímetro como el más delicioso manjar.

Y de pronto, la felicidad se había desvanecido, en manos de un pozo inmenso, que lo desestabilizó, y lo hizo salir despedido por el aire.

La gente lo miraba indiferente. Lo que más le dolía era ver que nadie se acercó a ver si estaba bien.

Cuando escuchó la voz de ella detrás suyo, el corazón se le estrujó, y las lágrimas afloraron con la fuerza del mar. Nada ya podría detenerlas.

- ¡¡Pero mi amor!!¡¡Que te pasó!! – dijo ella.
- M… me… me caí… - logró decir entre las convulsiones del llanto.

Ella lo ayudo a levantarse, y lo encerró entre sus brazos, inexpugnables. Mientras le acariciaba el pelo, le decía palabras dulces al oído, logrando con eso que finalmente se tranquilizara un poco. Lo miró a los ojos, y le dijo:

- Yo te amo... con todo, todo mi corazón…

Y con eso él se sintió mejor que nunca. Mejor aún que con la velocidad que había logrado minutos atrás.

Cuando pudo dejar de llorar, ella dijo:

- Vení, vamos a casa, te preparo algo caliente y me contás que pasó.

Con algunas lágrimas casi secas en el rostro enmarcando una sonrisa, y mientras ella le ofrecía su mano, Valentín levantó del suelo su triciclo.

martes, 20 de julio de 2010

Sueños delirantes

Anoche soñé con... no... no soñé con Larissa Riquelme. ¡Que no!... tampoco con Uma Thurman (a ella la soñé hace un par de noches)... no... ¡pará, dejame escribir!...

...Anoche soñé con Joan Manuel Serrat.

La cosa era así:

No sé porque, Serrat había ido a la casa de alguien que evidentemente yo conocía. Entraba yo entonces a la galería cerrada de aquella antigua casa, donde corría un río, o una especie de estanque, pero con unos peces enormes. Si, adentro de la casa.

Nos pusimos a pescar un rato con no se quién, y mire hacia el otro lado del puentecito que pasaba sobre el agua. En una mesita de madera, sentado solo, estaba Serrat con una guitarra.

Me acerqué a la mesa, y me senté cerca, sin mirarlo, como quien busca descanso. Me preguntó algo, no se muy bien que. Probablemente del clima, o alguna trivialidad parecida.

Hablamos algunas palabras, yo no era muy demostrativo, para no provocarle el hastío que le deben provocar todos aquellos que le dicen ídolo, o maestro, o tal vez un "te parto en cuatro", o esas cosas lindas que suelen decir los fans. Yo quería conocer a la persona común, con sus sueños, sus ilusiones y sus logros.

De pronto empezó a llegar gente. Uno o dos mas, de edad avanzada. Miro atentamente, y uno de ellos era Ibrahim Ferrer. El otro era Van Morrison.

Yo seguía sin demostrar nada. Pero a esa altura estaba un poco mas que excitado.

Se sentaron a la mesa, y ahi nomás nació la idea de jugar algún juego de naipes. No había baraja en la mesa, así que echamos mano a los dos o tres dados que había, pero eran dados españoles (¡¿?!), y cuando uno los tiraba, por ejemplo, salía el cero, o también solían perder la forma y quedaban parados en una de sus 17 caras.

A todo esto, el ánimo para la timba estaba a punto caramelo. El catalán estaba que se salía de la vaina, así que dije "voy a buscar unos dados que tengo en casa. Vuelvo enseguida".


Corrí a casa, busqué el cubilete de cuero, forrado de paño verde, y volví a correr hasta la casa donde estaba la mesa ya lista para las apuestas. La emoción de jugar a los "huesitos" con Serrat, Ferrer y Morrison me embargaba. No podía creer el momento que estaba a punto de vivir.

Cuando llego a la puerta que separaba el improvisado garito con la galería descubierta de la casa, una chica, joven, muy bonita ella, vestida como bailarina de ballet, con tutú y todo, en posición "pas de deux" me dice "¡Mirá Diego!...te quiero mostrar la coreografía que voy a ..."

A lo que contesto textual:

- ¡¡¡Pero escuchame, gorda yegua hija de mil putas!!! ¡Está Serrat esperándome del otro lado de la puerta y vos querés que vea la coreografía de no se que!¡Dejame pasar o te mato!.

En mi desesperación por llegar, dije lo peor que se le puede decir a una mujer. En sueños, claro.

Acto seguido, me desperté.

Así que, la primera vez en mi vida que iba a timbear en serio, y encima con gente con la que valía la pena sentarse a charlar y compartir un buen vino, o tal vez un buen cigarro, gente de la cual escuchar y aprender mucho... me la perdí por la coreografía del lago de los cisnes.



¡Ay Tchaikovsky y la reput...

lunes, 19 de julio de 2010

11 años.

Mañana, como en los últimos 10 "días del amigo" que nos tocó estar separados, voy a levantar una copa al cielo, con tu nombre firmado en ella.

No hay día en que no te sienta lejos, y sin embargo, cerca.


Te extraño viejo.

jueves, 1 de julio de 2010

Mengano

A pesar de haber en los medios tanta lola de la (hermosísima) paraguaya Larissa Riquelme, a veces se rescatan cosas como estas.

El Capitán Mengano


No creo que esté loco, ni creo que sea un boludo. Al contrario. Pienso que Mengano aplica en su particular forma, el concepto que tengo de sociedad seria: "Si querés que algo cambie, empezá por cambiar vos".


Mas allá del traje de superhéroe, me parece que este tipo merece el apoyo y la imitación de todos nosotros.

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Capi... ¡yo te banco a muerte!.
Ojalá el país que hereda la generación de mi hijo esté lleno de gente como vos.