martes, 30 de diciembre de 2008

Esperando el nuevo año

Nuevas esperanzas. Nuevos proyectos, y otros tantos refritos. Todo es nuevo en año nuevo.

¡¿Pero si no es mas que una fecha cualquiera?!... ¡solo cambia el almanaque de la heladera!

Si, es cierto. Pero lo bueno es el efecto psicologico que aplica en todos nosotros. El año nuevo nos lleva a volver a desear.

Desear. Porque, sin deseo, no hay nada mas que hacer.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Cosas que quedaron de las fiestas

Comí lechón, y tomé cerveza. No me morí. Luego, el mito miente.

Encontré lo que buscaba. El camino. Y el camino es vivir en la felicidad plena y primar eso sobre todo, absolutamente todo lo demás. Aun si implica dejar familia, casa, pueblo y hasta país.

No había regalos para mi en el arbolito.

Si había, y muchísimos, para mi hijo, que se reía y gritaba de felicidad. Y fue un momento único.

Le canté el feliz cumpleaños al verdadero cumpleañero. Y no me sentí un pelotudo.

Quedaron turrones y esas cosas que antes me encantaban y ahora no les encuentro la gracia. Quedaron y quedaran.

Dormí solo.

No vomité cual cerdo en la mañana del 25.

Comí mangos, que están mas que caros, pero me dí un gusto.

Me vi cuanta película chota navideña estuviera en Hallmark y otros. Y no me sentí mal con eso.

Mi suegro agarró la guitarra, y empezó a cantar. Tiene una gran voz. A el se le sumó mi esposa que tiene una voz formidable. Y cantaron canciones que me gustan. Y me llenaron el alma de sonrisas.

Todo esto, me empuja a decir que fue una navidad inolvidable. Mi navidad 35. La de la mitad de mi vida...

martes, 23 de diciembre de 2008

Armas Mortales - Hoy: "La Sonrisa"

Risas
Pirotecnia
Saludos obligados
Excesos
Amores solapados

De todo hay en las fiestas. Pero así como resaltan lo mejor de nosotros, también hacen aflorar lo peor.

Todo lo que no fuimos capaces de decir durante el año lo tenemos que sacar con litros de alcohol al 20% promedio, porque si no, de otra manera no sale. Pero el filtro mental es tan fuerte, que ni siquiera así de ebrio sos capaz de decirle a tu vecino:

"La verdad que tenés un corte de pelo digno de un basurero paralitico"
"Por favor... ¡baja el volumen de la música de mierda esa que escuchas!

O tal vez, espetarle a la vecinita de atrás:

"¡Que lindo que te queda el rojo en los labios, combinado con esas maravillosas tetas!"

No. No podemos hacerlo, ni aun en el peor momento de nuestra efímera carrera alcohólica. Hay casos en que sí sucede eso, y no solo se dicen verdades, sino que también se apuñala gente. No hablamos de estos casos, claro. Hablamos de los casos nuestros, de los "¿y porque no vienen a casa alguna vez, en vez de nosotros tener que irnos todos hasta la loma del culo a aguantar a la malparida de tu cuñada?".

Yo estoy convencido que la comunicación es lo primordial en la vida de los humanos. Hablar, decir lo que nos pasa, lo que sentimos. Muchas veces, nos encontramos con la sorpresa de que, la cuñada no era tan malparida.

Sonreimos, y decimos "Che... ¿no habrá alguna casa un poco mas cerca para juntarnos?", y tal vez, la "malparida" cuñada nos diga "¡Yo los invitaba siempre a casa porque pensé que les gustaba venir!. Como nunca me dijeron nada..."

Tal vez, sonreir, y decirle a la vecina "me gustas mucho, me haces sentir que hay algo mas por lo que levantarme cada día", nos sorprenda con un "a mi me pasa exactamente lo mismo"

Tal vez, sonreir, y decirle al vecino "che, bajá un cachito la música que la escucho hasta cuando hago el submarino en la bañera", nos deslumbre con un "sí, disculpá, no me dí cuenta".

Y a esto ibamos. A veces, para empezar a comunicarse solo basta con una sonrisa. Y ojo con eso, porque es un arma letal. Llevar una sonrisa todo el tiempo en la cara es símbolo de que algo te falla muy muy feo en la cabeza, pero, al saludar, al pagar un peaje, al pedirle al carnicero nalga para la milanesa, al frenar en la calle para evitar un choque... sonreir.

Las primeras veces, nos cuesta muchísimo. Después se hace mas fácil. Y el mundo entero responde a eso. Todos. Así que este es el plan de comunicación primaria que vamos a encarar en 2009:

Empezá el año aplicando la sonrisa. Franca, sincera, hasta pícara si querés. Pero hacelo.

Después, podes decir la peor barbaridad. No importa, estás cubierto por el poder de la sonrisa, así que nadie va a tomar a mal lo que digas. La sonrisa, abre un canal impresionante.

No me crees. Probá. Siempre una sonrisa, aunque duela, y cueste, y la sientas falsa.

Segui intentándolo. Sonreíte al espejo. Sonreile a tu familia, al perro, a las plantas.

Y el mundo te va a empezar a sonreír.

Desde este lugar vacío de contenido, es lo mejor que te puedo regalar para estas fiestas.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Dialogos

Soy fumador. Aclaro, para que no haya susceptibilidades.


En un boliche, con un amigo, mirando a una mujer muy linda.

- Le voy a ir a hablar - dijo mi amigo, y se prendió un pucho
- ¿y para que prendés el pucho?
- Porque los machos fuman... - dijo riendo
- No, los boludos fumamos...
- ...
- Andá sin el pucho. Demostrá que fumás cuando sentís necesidad. Sé macho.

Fué. Sin cigarrillo. Al tiempo se casaron. Tienen chicos. Y el ya no fuma.

Los boludos fumamos.

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ACTUALIZACION: Hay 7 votantes que me quieren dar pa los chicles. Todo un aliciente. Esta navidad va a ser muy distinta!

GRACIAS!!!!

viernes, 19 de diciembre de 2008

Sueños

Anoche soné con el.




Le armábamos una vuelta triunfal en un local, con un
escenario nuevo, entablonado, brillante, espectacular.



Estábamos con mi hermano. Y el estaba probando sonido. Se lo notaba disconforme. En un momento se bajó del escenario y vino directo a saludar a mi hermano. A mi me miró, con su cara de enojado, y me dijo "encantado". Como el "encantado de conocerte" que exige la etiqueta.


No me conoció. Fué un dolor raro.


De pronto, se largó a llover y se suspendió todo. Salimos. Mi hermano y yo nos íbamos caminando bajo la lluvia, hacia el auto. Con nosotros, venía ella:




Es Viviana, una ex compañera de secundario. No se porque apareció ahí. Y sabía que hacía casi 20 años que no la veía, y sin embargo no teníamos nada de que hablar. Nunca lo tuvimos. Lo sabíamos entonces, lo sabemos ahora (gracias facebook) y lo sabíamos tambien en el sueño.





Pegué la vuelta, y volví al local, a buscarla a ella





Nanci. Ex compañera de sistemas, amiga y primer amor real. Primera decepción también. Con ella supe como era tener el corazón roto.

Y bajo la lluvia, volví a buscarla porque la había dejado ahí, sin saberlo.

No la encontré. O si, pero no quise reconocerla. O la reconocí, pero elegí alejarme. Nunca lo sabré.







Pero ellas, son apenas detalles del sueño, lo importante era la lluvia, el ensayo, y Luca.



Me desperté triste porque el no me había reconocido. También un poco feliz, porque cuando uno sueña con los muertos, y los vé bien, es como revivirlos un poquito, un ratito, solo para nosotros.

Y el estaba pleno de vida. Sano. Y haciendo lo que mas le gustaba. Y eso me puso feliz.

Y hoy, con este día lluvioso en la capital mediterránea, vine sonriendo. Ante el asombro de la gente que me vió, venia un alegre en este infierno, mojado hasta los bigotes, si, pero sonriendo.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

El inicio del oscurantismo



(Imagen re hiper ultra choreada no recuerdo de donde)









Mensaje del gato en biblioteca:



Me restringieron el acceso a internet. Soy uno de los "top ten" en una poblacion de 18000 empleados.

No puedo leer con libertad, apenas escribir alguna cosa, publicarla, y salir corriendo, como en aquellos "ring raje" que jugaba de pequeño.

Voy a tratar de cumplir con los pedidos de historias, con las visitas debidas, y con sacarles una sonrisa cada tanto.

No me van a doblegar tan facil.

No a mi. No ahora. Los gatos, siempre encuentran la manera de escaparse por los tejados.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Noches de Radio - De la coleccion "cuentos escritos al voleo"

Ernesto trabajaba en una fábrica, en el interior de Córdoba. Y un día, se quedó sin trabajo. Intento algunas cosas orientadas al diseño grafico, porque era un artista natural, para el dibujo, también para la canción… Pero las computadoras, tal vez un poco el tiempo, todo le jugó en contra. Y lentamente fue deteniéndose la impetuosidad que lo empujaba desde su adolescencia. Se pasaba el día durmiendo. Estaba desempleado. Y triste.

Pasó un tiempo lamentando su suerte, mientras seguía tocando la guitarra en algún que otro evento, como para poder comer algo.

Cierto día, alguien le recomendó hacer un programa de radio, con su voz privilegiada y sus conocimientos de música, podría tranquilamente cubrir una hora, y tal vez con la publicidad, pudiera hacerse de un sueldo digno.

Juntó coraje y se fué a la radio local. Lo tomaron al instante, para leer los titulares de los diarios, dar la temperatura, y a veces hacer algún comentario.

La gente, notaba en esa voz un potencial increíble, y progresivamente llamaron a la estación para pedir que ese locutor tuviera un espacio más grande.

Para ser breves, Ernesto pasó de comentar tímidamente cada tanto, a cubrir el horario de la noche, completo. 5 horas de programa tenía en la estación. Un programa para insomnes, para quienes manejaban taxis o hacían turnos por la noche. Un programa para gente que no duerme.

Musicalizaba, locutaba, y además producía su propio programa. Leía cuentos, o historias musicalizadas, charlaba con amigos, regalaba poesías al aire de autores conocidos, y otros no tanto. Y lo disfrutaba. Era feliz haciendo ese contacto con la gente, esa misma gente que un tiempo atrás, solo escuchaba señales abandonadas en la repetición eterna de un disco. Ahora, encontraban a otro ser humano, con sus mismos miedos, con sus mismos sueños.

Ciertamente su vida había cambiado, pero no tanto como aquella noche, en que llamo una mujer, llamada Celeste.

- ¿Con quien tengo el gusto? – Dijo como acostumbraba Ernesto
- Mi nombre es Celeste.
- Bienvenida al programa… ¿Qué nos querés contar?
- Soy insomne. Y no hablo de no dormir bien. No. No duermo hace años
- Imagino que consultaste a un medico…
- Si… varios… no pueden ayudarme
- Es raro, Celeste, que me estés llamando
- ¿Porque? – pregunto ella
- Porque este programa ya debería haberte hecho dormir hace rato…

Celeste rió con ganas. Ernesto la invitó al estudio, ya que, si no podía dormir, tal vez le gustaría formar parte del programa que la acompañaba a diario.

Al otro día, una chica, de rulos negros, mediana altura, bonita pero no llamativa, de una marcadísima delgadez, tal vez inducida por el insomnio, se presentó en la puerta de la radio. Al instante se reconocieron. Y desde ese día empezaron a delinear un programa maravilloso. Un programa distinto, con la sensibilidad de ella, y el carisma de el. El programa lentamente cambiaba, fue modificándose a diario, para terminar transformándose en un ser completamente nuevo.

Entre ellos dos, habían dado inicio a un programa viviente.

Ernesto comenzó entonces a recuperar aquella confianza que la desocupación le había arrebatado. Y con esa confianza, vino la fé en sí mismo. Y con esa fé, vinieron las ganas de volver a enamorarse.

Celeste pudo empezar a dormir un poco por las tardes, apenas unos minutos. Y empezó a mejorar su aspecto, porque de pronto, le habían vuelto las ganas de crear y creer. Y con esas ganas, vinieron los logros, y con esos logros el cansancio, y con ese cansancio el sueño y la lenta recuperación. Y con esa recuperación, con ese bienestar, volvieron también las ganas de enamorarse.

Y claro, se enamoraron. Ernesto se enamoró de ella.

Celeste se enamoró de otra persona.

Y lentamente ese programa comenzó a sentirse como una decepción. Y tambien como un desengaño. Alrededor del micrófono un huracán de pasiones desencontradas comenzó a llevarse lo que habían edificado a través del tiempo.

El programa se terminó de pronto, por la ausencia de anunciantes.



Celeste dormía plácidamente por las noches, ayudada por el sentimiento que le embargaba el corazón, y por la energía gastada en sus noches de placer.



Ernesto, desde hace años, no puede pegar un ojo.

"Apostar para vivir. Vivir para apostar" - De la coleccion "cuentos escritos al voleo"

Claudia apostaba como forma de vida. Desde temprana edad, había tenido que salir a ganarse el pan. Y como había podido sentir en carne propia, lo único que conseguía era subsistir a duras penas.

Habían pasado distintos estadistas desde que sus 15 años la encontraron cosiendo ropa para una fabrica de camisas. Ninguno de ellos la había ayudado mucho.

Una madre ausente y un padre empleado en el obraje maderero no pudieron seguir pagando su educación. A eso, se le agregaron las inundaciones del Paraná, que implacable, y bastante seguido, arrastraba lo poco que habían conseguido para tener una vida un poco mas digna.

El sueño de Claudia, desde los 20 años, había sido darle a sus hermanos una vida mas blanda.

Claudia cumplió los 25 años y la desilusión era su característica principal. Recordaba cuando a los 18, le dijo a papá que se iba a la capital federal, a intentar un sueño. Un sueño recurrente en muchísimos corazones que viajaban apretados, por la mañana, en el tren San Martín.

Cada tanto, recibía una carta (papa y los chicos no conocen eso que por acá llaman e-mail), donde le contaban cosas lindas de su tierra. Ella sabía por las noticias que había más para contar, pero que no querían preocuparla, preocupándola más aun.

Claudia apostaba a todo cuanto podía. No era una compulsión, era la extrema fe en que una vida mejor era posible. Así, una tarde, apostó lo último que le quedaba en los bolsillos. El día del cumpleaños numero 40, aposto lo que restaba de su sueldo a las cuatro cifras de una quiniela. El 22 de febrero, ella cumplía los 40. El numero, el 2240, a la cabeza. Cuarenta y siete pesos con cincuenta centavos. Sabia que esa era la ultima y desesperada llamada, antes de un decidido abandono. Le pidió una última mano al gauchito Gil. Si esta vez no salía, ya no creería en nada, ni en nadie, y tal vez se dejaría morir, debajo de un puente, o en alguna plaza.

Claudia dejo su corazón en la agencia, sus posibilidades de cenar, su viaje de mañana en el tren.

Aquel miércoles, caminó como siempre a la estación, con la intención de tirarse debajo del tren que la llevaba a retiro cada mañana. Sin ninguna esperanza, le pidió al canillita que la dejara hojear el diario…

Caía la tarde en el río Paraná. Un hombre viejo, en una silla, acompañado por sus hijos, leían una carta, con los ojos llenos de lágrimas. La carta había llegado a la mañana temprano. Claudia se despedía de todos. Decía que abandonaba esa vida para siempre, con la intención de que su nueva vida le diera alguna de las tan ansiadas satisfacciones.

Por la noche, unas luces en la entrada de la casita del viejo, partieron la oscuridad y el silencio. Una bocina insistente, pedía que se le abriera el paso.

Nito, el más chico, fue corriendo hasta la tranquera, con un sentimiento extraño. Algo le decía que la tristeza que sentía estaba fuera de lugar.

- ¡Abrí Nito Carajo! – grito la mujer

Nito sintió que el corazón le iba a explotar. La voz de Claudia fue tan clara como extraña. No se oía la tristeza, sino la euforia.

“¡Abrí Nito!” dijo ella. Retumbaba la frase en su cabeza, sin poder reaccionar. ¡Pero si Claudia se había despedido en una carta!

Claudia llegó al miserable ranchito, con una camioneta nuevita, solo con un poco de barro fresco del camino hasta su casa. La camioneta venia llena de cosas. Regalos para todos.

Abrazo a cada uno de ellos. Nadie entendía que pasaba.

- Nena, que pasó, no entiendo…
- Papi… se terminó el obraje, se terminó el hambre, se terminó la ignorancia…

En sus manos, un puñado de billetes nuevos resaltaron en la noche ribereña.






En un lugarcito por demás lindo, en la entrada del flamante camping, allá por Entre Rios, hay un monumental altar del gauchito Gil…

Propuesta

Para la coleccion de los cuentos escritos al voleo, les propongo lo siguiente:

Pueden dejar un comentario con un texto, acaso tal vez, parecido a los siguientes:

"Quiero un cuento acerca de un loco que andaba en pijamas por san telmo"
"Me gustaria leer un cuento acerca de la pelada de la cañada"
"A que no te escribis un cuento con la luz mala"

Pongamos a prueba la capacidad de mi cerebro calcinado.

De paso, me dan ideas, y como bonus, me creen que son al voleo.

Laburen canejo!

viernes, 12 de diciembre de 2008

El baul de Ignacio - De la coleccion "cuentos escritos al voleo"






Ignacio siempre lo había observado, pero las veces que intentó abrirlo, sus pequeños bracitos no habían podido con la pesada tapa.

Se veía viejo y misterioso. Papa lo abría a veces, cuando creía estar solo, y se quedaba mirando el interior, sin poner ni sacar nada. Simplemente, agachado, miraba ese baúl que, Ignacio no entendía porque, lo habían instalado en su habitación.

Sobre el baúl siempre descansaban revistas, juguetes, medias sucias de tierra de la plaza, pelotitas de ping pong y otras cosas así.

Cierta vez le preguntó a la mamá que era lo que guardaba el baúl, y mamá contestaba siempre lo mismo: "algún día lo vas a saber".

Ignacio creció. Se hizo fuerte y se olvidó de aquel baúl, que ya había pasado al taller de papá por “una cuestión de espacio”.

Cuando cumplió los 13, se acordó de aquel baúl que ahora estaba escondido en el taller del fondo. Su curiosidad se renovó de golpe. Y esperó a la hora de la siesta, de aquel verano agradable.

Entró sin hacer ruido, y sacó todo lo que había sobre el viejo baúl. Encontró un candado, antiquísimo, que lo mantenía cerrado y seguro. Buscó la llave, sabía que en algún lugar tenía que estar.

La encontró entre los tornillos para madera, y fue derecho al baúl.

Cuando lo abrió, un aire antiguo con olor a maderas le acarició la cara, y adentro encontró solo una nota que lo llenó de frustración y a la vez, de curiosidad. Tomó la nota y empezó a leerla, sentado sobre sus pies.

"Ignacio:

El gran día llegó. Pudiste abrir el baúl, y con el, marcaste el fin de una infancia feliz, y el inicio de una vida distinta. Una vida de creer en el alma, en la gente y no en lo material. Este baúl, parece que no tiene nada. Pero, Nacho, no todo es lo que parece.

La curiosidad, es lo que llena, lo que está dentro del baúl de cada uno de nosotros.

Hoy, con esta carta, ganaste el derecho de conocer las historias de papá y mamá, sus vivencias, sus miedos, sus alegrías. Pero por sobre todo, el premio es saber no darse por vencido. Perseguir un sueño, investigar, aprender, para ser finalmente libre. Y cuando somos libres, nada nos resulta imposible.

No hay tesoros de piratas en este baúl, ni cosas parecidas. Hay historias, cuentos, conversaciones, ideas, sueños.

En este baúl, te dejamos también la opción, de dejar los recuerdos más felices de tu niñez, para venir a buscarlos cuando te hagan falta. Y de hacer lo mismo que hicimos nosotros con tus hijos, nuestros amados nietos.

Te amamos, mas que a nada, mas que a nadie, en todo el universo.


Papa y Mama"

Ignacio cerró el baúl, confundido. Cuando se dió vuelta, encontró la mirada sonriente de Papá y Mamá asomados en la puerta del taller.



Aquella noche, después de comer, Ignacio se quedó charlando en la mesa con ellos, bien pasadas las diez.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Aprendamos un cacho de letras

En pos de graficar la diversidad de la lírica, o sea, pa' ver que una idea se puede decir de mil formas, hoy escribí una pequeña y burda poesía autobiográfica, para trasladarla a diversos estilos.

Veamos entonces.

Hoy en el ring, se enfrentan El gato vagabundo, Jorge Luis Borges, Roberto Godofredo Arlt y El gato salvaje.

Adelante entonces, señor editor!

La ultima vez - Estilo El Gato Vagabundo


El reloj implacable marcaba
El fin de una historia de amor
Ella subía al ómnibus que estaba
En la plataforma cuarenta y dos

Dejaba aquella ciudad para siempre
Con la mirada de los condenados
Sin lágrimas, solo un beso en la frente
Y en minutos estuvieron separados

Y ahí, en esa terminal de Retiro
Se iba el veloz crucero del norte
Y un amor eterno se moría
En la plataforma una lágrima caía
Cayó sin que a nadie le importe

Y por recuerdo… solo un tímido suspiro.

La muerte de la eternidad - Estilo Jorge Luis Borges


La clepsidra enconada abalizaba
La conclusa semblanza de una bienquerencia
Ella ascendía al autocar que orbitaba
En el atracadero de las tres docenas y media

Abjuraba aquella aglomeración urbana por una eternidad
Con la inspección de los execrables patibulares
Ausencia de humores, un ósculo en el frontispicio
En sesentavos de hora encontraron divergencia

Y allí, en el apeadero Retirino
Se distanciaba el navegante norteño
Y lo etéreo eterno encontraba conclusión
En el atracadero el planeta se salaba en una gota
Que colisionó sin encontrar consideración mundial

Y como reminiscencia… una aislada y timorata casmodia

La mina se borro - Estilo Roberto Godofredo Arlt


El bobo marcaba sin tregua
El final de un amor lindo
La piba se subió al colectivo
Que estaba en la cuarenta y dos

Se iba de la ciudad para no volver
Con los ojos llenos de dolor
No hubo lágrimas, la besó en la frente
Y el colectivo salió apenas ella subió

Y en esa insensible terminal de Retiro
Se iba el crucero del norte al chaco
Y lo que debió ser eterno, murió en segundos
Y el pobre infeliz, dejo caer una lágrima al piso sucio
Y cayó ante la indiferencia del mundo

Y solo quedó de eso un suspiro de resignación

Era una atorranta - Estilo El gato salvaje


La mina se fué a Chaco.
Lo dejó con la gxxxcha fría.
El chabón encima la fue a llevar
Hasta la terminal de retiro

Que le quedaba en la loma del ojxte.
Un boludo, el tipo
Que encima se sintió mal
Creyendo que el amor es eterno
Y lloro como un maricón por esa atorranta

Que no valía tres carajos.

He dicho. Putos.

Podemos ponernos a analizar cada estilo, explicarlo, y todo eso, pero la realidad es que es una poesía barata hecha en dos minutos, asi que no vale la pena. La idea, era mostrarles que, así como la musica, la pintura, y demas expresiones artisticas, las letras son infinitas y merecen un espacio en la vida de cada uno de nosotros.

Asi que, agarren un libro para el verano, ¡y a darle como gallego a la gaita!.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Junin

Ayer volví de la ciudad infernal. Tantos años fuí a Junín, y no lo recordaba así.

¿como se puede vivir en semejante infierno?

Las rutas destrozadas, con peajes limpios y brillantes. Los campos inundados desde hace muchos años. El viaje fué difícil, pero el objetivo de llegar nos ponía de buen humor.

¡Volver a Junín despues de tantos años!

Y entonces llegamos... y nuestra felicidad se transformó en asombro, y el asombro, lentamente, en malestar.

La temperatura fluctúa del calor, al punto de ebullición, y ahí, sopla un viento calcinante. Se nubla. Entonces, llueve unos 10 minutos... y sale el sol otra vez, levantando ese vapor caliente y fétido... aah... y otra vez... 43°C a la sombra. Nos bañamos hasta 4 veces diarias.

Y hormigas... Trillones de ellas, subiéndote por las piernas cuando te quedás un minuto quieto. Hormigas rojas, pequeñas, atacándolo todo.

Me desperté el domingo a la mañana, y había un par de hormigas en mi cama. Y desayunando, mi tío me contó esta historia: Una mujer se fué a bailar. Acostó a su madre cuadripléjica en la cama, y salió. A mitad de la noche, la llaman por celular. Una vecina escuchaba gritar a la madre adentro de la casa. Cuando volvió, la encontró completamente cubierta de hormigas rojas. No sé como hizo para sacárselas. La mujer estaba desesperada. Se habían subido a la cama y a su madre. Supongo que la debe haber manguereado para sacárselas de encima. No pude volver a dormir tranquilo.

Creo que Junín está construído sobre un hormiguero inmenso. Ellas salen y lo invaden todo... y además... ese calor...

Entonces decimos "¡vamos a la laguna, ahí seguro vamos a estar mas frescos!", pero no, porque la Laguna De Gomez sufrió otra vez un "curiosísimo"(*) caso de mortandad íctica (se murieron de golpe TODOS los peces, que quedaron desparramados en las orillas en un espectáculo por demás triste e impresionante).

Llegamos a la laguna y el olor a sal y muerte, esa arena fétida por las algas y la sal y los peces en descomposición, el agua que es poca y aporta el característico hedor del agua de mar estancada.

Y el sol, que hostiga cruelmente y lastima, y los jejenes que se desesperan por alimentarse...

Transpiración, sangre, calor, olor, y el viento de la pampa que parece haberse escondido en algún rincón y no llega... y una sociedad cerrada, agria, violenta. Junín era una ciudad hermosa, y se transformó en un lugar terrible, casi inhóspito.

Entonces... ¿¿¿¿¿A QUE FUI A ESE LUGAR????

Fui a visitar a mi tío, un reconocido pintor y escultor de aquella ciudad. Reconocido por mi. Reconocido por quienes lo conocen y saben apreciar las expresiones artísticas de buena factura.

No reconocido por las ignorantes "autoridades" de la ciudad infernal. O lo que es peor: reconocido y olvidado.

Lo único bueno, lo que me llenó el alma de gozo, fue precisamente eso. Ir a visitar a mi tío. Y proyectar con el una galería virtual de sus obras. Tal vez, hacer conocer su maravillosa obra artística al mundo, en un tiempo de arte confundido y comercializado.

Mi tío, uno de los tantos excelentes artistas olvidados de nuestro país. Pronto veremos una galería de sus obras. Para hacer un poquito de justicia en un mundo injusto.

Lo prometo.


(*) Desde hace mas de 20 años la laguna de Gomez viene siendo hostigada por la pezca comercial, y los vertidos de desechos de las industrias juninenses.

viernes, 5 de diciembre de 2008

A pedido - final

Conversaciones con Luca – Cuarta parte - Final

Algo más de un mes separó a la charla anterior con esta última. Eran comienzos de noviembre y el Luca que volvió, era el mismo que había visto por primera vez. Devastado por el alcoholismo, se acercaba al bar cruzando la calle, y como aquella vez, venía con los ojos fijos en la entrada del local.

Me contó algunas cosas sueltas. Ensayos, discos, esas cosas que para el eran boludeces, y para mí a partir de entonces también…

- Ahora vamos a tocar en una cancha, cerca de navidad
- Ya te dije, no me gusta Sumo…
- Ah…

Esta vez no se rió. Ni siquiera me miró a la cara frente a la estocada que le había dado para hacerlo reaccionar.

- Deberías ir aunque sea una vez, así oís música buena…
- ¿no te gustaría irte a las sierras otra vez?
- Ya no... Ya no pendejo… No hay tiempo…
- Siempre hay tiempo Luca, siempre hay tiem…
- ¡No!¡vos, sos un pendejo!¡y no tenés la vida que tuve yo!
- … y tampoco puedo pedirte que hagas lo que yo quiero…
- Leíste “el principito”?
- Si
- Bueno, vos sos zorro, y yo principito. Sabías que me iba a ir tarde o temprano

¡La puta madre!. ¡Que claras las ideas, aún en ese estado las cosas!. La intensidad del momento era tal, que en mi escasa edad no podía sostenerle la mirada a aquel recuerdo de lo que había sido un gran tipo.

Agobiado, me levanté, le ofrecí la mano, y me miró de costado.

- Feliz navidad – le dije – porque sé que no te voy a ver más.
- Va a ser mejor así… – dijo, y se levantó.

A eso, lo siguió un tímido abrazo. Le dije que me había hecho muy bien conocerlo. Que aunque el no lo creyera, había aprendido mucho de su particular forma de ver las cosas. Que mi vida era ahora un poco más simple de lo que creía posible (recuerden que yo era punk, y en un par de encuentros, ya enfocaba de otra manera la vida). Me dijo que le había hecho bien hablar conmigo.

Nos separamos, sabiendo que iba a ser para siempre.

Aquel 20 de diciembre, Luca y sus secuaces tocaron en la cancha de Los Andes. Alguien recordó en algún lugar, que cuando tocaron uno de los temas, Luca dijo “ahí va la última”.



Luca murió en el cuarto de la casa de una amiga, en Monserrat, plena capital federal, lejos del ambiente de Hurlingham y Palomar. Luca dejó este mundo víctima de un paro cardíaco según dicen unos, por una cirrosis hepática dicen otros, y por sobredosis unos terceros. Lo encontraron en su cama, casi en posición fetal, y con un gesto de felicidad.

Luca encontró en la muerte, aquel 22 de diciembre, la felicidad que en la vida no había sabido concretar.

Yo, en cambio, ese 22 encontré tristeza, llanto incontenible, por no haber podido hacer nada por él. Ni yo, ni sus amigos, ni nadie.
El ya lo había decidido. Y yo… yo solo encontré un frío diario, un helado noticiero, que solo pregonaban la muerte de un cantante de una banda de rock.

Nadie habló del enorme ser humano. Nadie habló de la lucidez mental que tenia ese tano tremendo.

Nadie habló del Luca que conocieron aquellos que lo conocieron. Y probablemente de ese Luca no hable nadie, nunca.


Quizás, lo de no escuchar Sumo, sea también para no volver a oír esa voz que me decía “pendejo”.

Tal vez, y me rio mientras lo pienso, sus vaticinios sean una vez mas una realidad, y mi hijo dentro de una decada escuche a Sumo y me atormente en casa.

Tal vez sea el terror de darme cuenta que, a pesar de sus consejos, lo único que logre es que me aceptara la sociedad. Y que me perdí la oportunidad de ser grande”

No sé. Nunca lo extrañé.




Tal vez sea porque, después de todo, Luca, si vive.

A pedido III

Como se viene el fin de semana larguisimisimisimo, y no voy a estar por aca, publico todo lo que estoy recordando de mis conversaciones con un enorme ser humano.

Conversaciones con Luca – Tercera parte

Pasaron varias semanas. Por alguna cuestión, siempre se posponía mi viaje a Palomar.

Volví a la estación cuando volvió la primavera, y el calorcito abría las primeras flores en los jardines de Avenida Aviador Wernicke. Llegue a la estación, pero me sentía muy distinto a lo que había sido la ultima vez.

Encontré a Luca muy flaco, y no estaba tomando ginebra.

Lo saludé, y me dijo:

- La ultima vez, no te dije, pero era también mi cumpleaños…
- El 16? 16 de mayo?
- No. 17. Cuando viniste ya era sábado – dijo riéndose
- Claro… que boludo… tauro como yo
- Pasaron muchos años desde el 17 que nací, tal vez no en el calendario, pero en mi vida si
- A veces, esa sensación de que el tiempo no se nos ajusta…
- Si, esa misma sensación, como la de sentirse que te vas haciendo mas y mas pequeño…
- O que te caes de la cama…

Nos reímos por las cosas que comparábamos. Y me contó un poco acerca de las drogas, del sexo, de su amigo que lo trajo a Argentina, y mucho mas. Hablamos mucho, como dos señores grandes que se juntan en una plaza a tomar fresco. Luca era un tipo raro, y lleno de verdades, y yo era un borrachín de 14 años, hablando con un gigante. Y hablábamos como vecinas en la puerta.

Nos escuchábamos. Y yo, ya teniendo la sensación de estar frente a una parte de la historia, perdí de golpe esa falsa sensación de la fama, de conocer a alguien inalcanzable. Yo estaba frente a una de las figuras de la escena musical de aquel entonces, y me sentía como con un viejo amigo. El, el gigante, tenía a un ser humano formidable detrás. Un ser humano dependiente y vulnerable. Un hombre que sufría, que hubiese cambiado todo por tener a su hermana otra vez.

El hombre que aparecía en las revistas, era un ser humano igual que yo. Y tal vez, mi indiferencia frente a un actor por la calle, o a un periodista, un escritor, un lo que sea que aparezca en algún medio masivo, nació aquella tarde en Palomar.

Recuerdo que volvimos al tema del tiempo. Me comento:

- Mi cuerpo sufrió mucho. Y por eso, el tiempo es distinto para mí
- Supongo que te empezaras a cuidar…
- Me quiero recuperar de todo este trago y este pucho… pero es difícil

Hicimos una pausa, como en todas nuestras conversaciones donde, para cada respuesta, había una pausa de minutos a veces, o de un par de pitadas. Esta vez, las pausas eran mas largas. Como si pensáramos cada cosa que decíamos. Le pregunte:

- Luca, ¿esta es la ultima vez que nos juntamos?
- Me gustaría creer que no, pero esto… esto no está nada bien…
- ¿Y la banda? ¡No los vas a dejar en bolas!
- Van a andar bien. Son muy buenos, ¡el único malo ahí soy yo!

Nos reímos un rato largo con esa frase.

- Me dijeron que se reúne Led Zeppelin
- Yo los seguí mucho allá. Fueron enormes, pero ya son viejos
- ¿Viejos vinagres?
- No. Viejos. Sin voz, y con problemas de viejos. Deberían dejar.
- ¿y cuando vos seas viejo vas a dejar de cantar?
- Yo no voy a ser viejo. No soy un nene, pero tampoco voy a llegar.

Esa frase me dolió en el alma. El ya sabía que su vida estaba llegando a un final, tal vez alentado por él mismo. Es desesperante ver a alguien así y no poder hacer nada.

Mire sus pies. Andaba en ojotas. Tal cual había andado también en invierno.

- ¿no queres tener hijos, nietos?
- ¿para que? ¿Para que tengan un papa que anda afuera siempre?
- Para saber que se siente…
- No, bueno, si, pero acepto lo que me tocó.
- Pero…
- Tus chicos van a escuchar Sumo, ¡y te vas a querer morir! Ja ja ja ja!

Di vuelta la cara. No podía soportar hacerme a la idea de que alguien así haya aceptado un destino como inexorable, cuando podía de alguna manera torcerse. Di vuelta la cara para que no viera mis infantiles lágrimas.

- Bueno… - me dijo – me parece que me voy a ir
- El viernes que viene, ¿vas a estar acá?
- Quien sabe pendejo… quien sabe

Se fue, caminando lento, con dificultad. Y me quede solo. Solo, con sensación de soledad, con esa soledad interna que no se va, ni con una manifestación alrededor. Cuando uno se siente solo, no hay nadie que pueda entenderlo.

Volví a casa, sin ganas de nada.

Estaba perdiendo a un amigo y no podía hacer nada al respecto.

A pedido II

Conversaciones con Luca – Segunda parte


El viernes siguiente yo ya tenía un buen plan para el fin de semana.

Bailar no me interesaba, divertirme para mi implicaba algún acto del cual me arrepentiría años después, y las mujeres en aquel entonces me parecían inentendibles e inalcanzables (bueno, no he cambiado tanto después de todo). Los planes normales de un adolescente no estaban en mis alternativas.
Yo, ya tenía un buen plan.

Ese viernes iba a ir a Palomar, pero esta vez, me iba a quedar hablando con el. Preguntando las miles de cosas que se me cruzaron por la cabeza durante la semana. Y el plan se ponía aun mejor. Pensaba festejar con el mi cumpleaños del 11 de mayo. Mi cumpleaños, acompañado por ese loco desconocido.

Llegue después de la hora habitual ese día. Pero descubrí que Luca no había ido aquella tarde, y no sabia si iría por la noche, que me sorprendió aun esperándolo. Con mi desilusión a cuestas, me quede emborrachándome en su mesa con mi cerveza. Me cante solo el feliz cumpleaños, y me fui al boliche Mirage.

No me dejaron entrar en mi estado, por supuesto, así que volví a la estación, y en la canilla del anden, me mojé el pelo, me peiné como pude, me arreglé un poco la ropa (aquel día había ido con una remera nueva, y pantalones sanos) y me jugué una carta en el salón de fiestas que estaba justo enfrente del bar, en la esquina, arriba.

Como era previsto, no me conocían, y entrar iba a ser un poco mas que difícil. Pero la casualidad hizo que un compañero mío de colegio estuviera adentro, y saliera a comprar puchos. Esa noche, pese a la decepción, comí como un cerdo, y hasta me cantaron el feliz cumpleaños entre todos los del salón, cuestión de la cual me arrepentí al instante, cuando un imbécil empezó a gritar “¡¡¡que diga unas palabras!!!” mientras me acercaba el micrófono.

Por suerte, mi compañero me tiraba letra acerca de la cumpleañera, y de golpe me encontré siendo nadador en el club Fiat, habia ido a catequesis, y vaya a saber que otras barbaridades debo haber dicho. El papelón fue inmenso.

Salí, por mis propios medios, sin invitacion, para evitar un momento impredecible.

Cuando crucé a la estación para volver a casa, lo ví sentado en la mesa de siempre. Estaba muy desmejorado. No lo veía bien. Pero igual me acerque. Y tuve una charla que jamás hubiera imaginado con el. No a mi edad.

- No sabes la noche de mierda que tuve – le dije
- Y vos no sabes la vida de mierda que tuve – me dijo cortante

Me quedé callado. Me miró, y notó mi vergüenza. Le pedí disculpas y dije:

- Si querés, contame. Me interesa lo que le pasa a un amigo.

Con esa frase creo que derribe muchos de los muros que había entre nosotros. Los muros de la diferencia de edad, de culturas, de forma de vida.

- Tengo una familia, hermanas, hermano, padres. Una hermana mía se suicido hace diez años… y todavía duele.
- Entiendo… por eso la ginebra, ¿no?
- Si pendejo… por eso… ¡GINEBRAAAA! – gritó, y soltó una carcajada.
- Hagamos algo – dije – hoy te traje mi cumpleaños de regalo. Vamos a dejar esta mierda acá…
- ¡¡¡VAMOS A COMER TORTA!!!

Conseguí un bar sobre Marconi, que tenia pastafrola. Compré lo que me alcanzaba con la plata que tenía, y volví a la estación. Me doy cuenta que siendo chico, yo razonaba como una persona grande. Busque pastafrola, ya que, si le llevaba algo de chocolate a su hígado maltrecho, lo iba a matar.

Comimos un poco en la mesa, sin tomar alcohol. El pidió café. Yo, agua.

- Nunca me voy a olvidar de este cumpleaños
- Es un cumpleaños feo – me dijo – estas borracho y con un loco alcohólico
- No. Estoy con vos, que me entendes… creo
- Vos sos un pendejo loco. Si cambias, te acepta la sociedad. Si no, vas a ser grande.
- ¿Como se llamaba tu hermana?
- Claudia, mi Claudia…
- Me duele por Claudia… pero más me duele por vos, que todavía la estas peleando.

Me miró, pero esta vez, esa mirada dura había desaparecido. Había ganado el paso una mirada triste, y agradecida. Una mirada casi llorosa.

Me dijo que iba a andar perdido un tiempo, supongo que tocando. Así que nos íbamos a encontrar después de unas semanas.

Le pedí que se cuidara, pero no como una forma de decirlo, sino como un deseo. Una necesidad de que esa persona única siguiera estando sobre esta tierra.

Lo dejé en la estación. Esa noche, no quise saber nada de tren. Esa noche, me volví en colectivo. El ya extinto 183, me llevó a casa después de rogarle al chofer que me llevara porque, según mi versión, me habían robado todo…


Estamos en el año 2008, 21 años después, y por las calles se suelen ver carteles de "Luca vive". La mayoría son puestos por chicos que descubren Sumo, o por viejos seguidores que cada tanto sienten la necesidad de decirle la verdad al mundo: “Luca vive”. Vive para siempre en mucha gente, creo yo.

Tal vez, algún día me anime un poco, me ponga una remera de los Sex Pistols, me pare los pelos que me quedan con un poco de gel, y salga con un aerosol a poner uno. Luca vive.

Eso si, si lo hago… lo voy a poner en la estación Palomar.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

A PEDIDO

Conversaciones con Luca - Primera parte

"Luca era un tipo raro, y lleno de verdades, y yo era un borrachín de 14 años, hablando con un gigante..."

En el 87, yo era apenas un adolescente intentando abrir los ojos al mundo mayor, así como los gatitos recién nacidos hacen fuerza para despegar los parpados, así hacia fuerza yo, para vislumbrar algo de ese promisorio futuro.

Mi hermano es dos años mayor que yo, o sea, que en aquel entonces andaba por los 16. Y yo andaba con el, por una razón: sus amigos me adoraban, pero no como mascotita, no.

Me adoraban porque yo era un terrible hijo de puta. Y les encantaba eso.

Así, en las tardes noches de Palomar, andábamos boludeando por la plaza, esperando vaya uno a saber que, comprando cigarrillos “more” mentolados en “aquel” quiosco de la avenida San Martín frente al bar Canela, en la vereda del cine.

Por casualidad caímos en una pseudo heladería, sobre la calle Misiones, esa calle que se abre frente a la Av. Marconi, y bordea la estación del tren.

Una noche fría de abril, mi hermano y sus amigos se reían a carcajadas, estaban tomando cerveza en ese lugar, mientras yo, que era punk (no puedo evitar reírme al recordarlo) me había separado del grupo. Estaba sentado en el cordón, con cara de culo. Estuve un rato fumando mentolados, mirando a los autos pasar.

Y llegó el. Un pelado grande, que metía miedo con la cara nada más. Venía cruzando la calle, caminando derecho hacia mi, con la mirada en el boliche, que se quedaba en silencio cuando el llegaba. Por supuesto, yo no sabía quien era. Pero un amigo músico de mi hermano lo conocía de haberlo visto tocar. Y después me dijo: “Ese es Luca Prodan, el cantante de Sumo”

No le creí, porque, ¿Qué podría estar haciendo un cantante famoso y lleno de plata como el en ese boliche de mierda?.

El viernes siguiente lo supe. Apareció de igual forma que el anterior, pero esta vez, hubo una diferencia. Me miro a los ojos de pasada, y sonrió, mientras rumbeaba para el boliche. Me quedo grabada esa imagen. Me quede pensando un rato, no sabia si hablarle, y si lo hacia, ¿Qué decirle?. Había escuchado durante la semana algo de Sumo para saber que cantaba, pero no me había gustado casi nada. ¿Entonces?.

Pasados unos minutos, mire por sobre mi hombro, de reojo, para ver si lo veía. Y lo vi, y me estaba mirando. “Veni”, me dijo sonriendo, en una lengua medio cruzada, y me hacia el típico gesto con la mano. Me levante despacio, y fui a sentarme a la mesa.

- ¿Sabes que yo conocí a Sid Vicious? – me dijo

Yo tenía mi eterna remera de los Sex Pistols, mis botas, mis pantalones rotos. Y mi flamante cara de asombro e incredulidad.

- Cuando vivía en Inglaterra, los conocí a todos.
- ¿Y como era? – pregunte extasiado
- ¡Un loco de mierda!¡era maravilloso!
- Diego
- Luca
- Si… me dijeron eso.

Nos reímos. Me invito una ginebra. Mi primera ginebra. Me la tome, puse cara de póker, pero los ojos se me salían de la cara.

- Bueno, ya esta. – me dijo – Andate.

Le di la mano, en silencio. Me levanté y me fui a sentar en el mismo cordón de la misma vereda. Pero ya no eran lo mismo. Yo no era el mismo. Había estado cerca de una persona, que actuaba como yo, decía las cosas como yo, y que había estrechado la mano de uno que conocía personalmente a los revolucionarios de la música Inglesa de los 70.

Me quedé un rato, pensando en eso. Y me levante. Fui a la mesa, y le dije:

- No me gusta Sumo. Pero supongo que es porque todavía no lo entiendo.

La carcajada que largó cruzo el cielo de Palomar. Me dijo:

- ¿Cuantos años tenes pendejo?
- Catorce
- ¿Y ya andas tomando ginebra? Vos sos un borrachín…
- Tomé porque me la ofreciste. No quise despreciarte.

Se puso serio de golpe. Dijo:

- Me gustas pendejo, nosotros nos entendemos. Ahora, andate.

Me levanté, y escuché la bocina del tren que llegaba desde Hurlingham. Corrí para alcanzarlo y volverme a casa. Ese viernes, supe que hacia un tipo como el en un boliche como ese. La fama, la plata, la farándula… todo eso le importaba nada. Su vida era tan simple que para el resto del mundo se hacia inentendible. Había conocido a un tipo, que en unos cuantos meses mas se transformaría en una leyenda. No lo sabía entonces. Lo que si supe, era que había uno que estaba mas loco que yo.

La semana estaba hecha.

martes, 2 de diciembre de 2008

Los dias pasan volando (en aerolinea re estatizada)

Hay una canción de Divididos que me retrotrae a los días de adolescencia en mi Santos Lugares querido.

Se trata del tema Alma de Budín. Describe los amaneceres en la linea de trenes ex San Martín.

Mis recorridas por Saenz Peña, Caseros, Hurlingham, mis charlas con Luca Prodan en la estación Palomar... demasiadas cosas buenas. Y me pone de muy, muy buen humor.

Entre paréntesis, mi interpretación de acuerdo a las vivencias que recuerda. La letra dice saaaasis:

Sopla el viento dulce del oeste (humos de porro en la estación)
pedaleando hasta el amanecer (pedalear, pedo, borrachera)
albergándose en la medialuna (desayunando un par de facturas, intentando recuperarse y esperando el tren)
va buscando asilo el atontau (el mareado buscando la recuperación antes de llegar a casa)

Parado de pecho en el techo del tren (entonces, los colados viajaban en el techo o entre vagones)
Va la bala humana sin razón (viajaban acostados en el techo, para evitar los puentes)
Parado de pecho en el techo del tren
Cromado como copa de campeón de ping pong

Razzias y atropellos en Saenz Peña (un puesto de la federal hacia desastres en aquel entonces)
Noches de colado al volver (era muy fácil colarse entonces, y para eso había que rajar del guarda)
Ofrenda de uvas en el piso (por los vómitos que se veían en las estaciones)
Va buscando asilo el atontau

Parado de pecho en el techo del tren
Mantecoso, alma de budín (por la transpiración etílica de aquellos nenes de mama)
Parado de pecho en el techo del tren
Vuelve a casa solo y salpicau, sin gabán (salpicado en las botamangas y zapatos, (ver ofrendas...))

Atontao, sin gabán
El campeón del ping pong.

para escucharlo, Acaaaaaaa!

Las charlas en la estación de Palomar son un capitulo maravilloso, y también un capitulo aparte. Tuvimos una época donde nos juntábamos seguido, en un boliche con fachada de heladería, donde tenían de todo en aquellas heladeras industriales. y de ahí, a bailar a Mirage, o vaya uno a saber en que terminábamos. Si teníamos una mujer, íbamos a Canela, a franelear en los reservados. Si no, andábamos de pezca por la plaza.

"Noches de ronda" como escribía Agustín Lara. Noches que hacen una vida distinta.

Sometemos a votación la publicación de las charlas con Luca Prodan.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Noticias de ayer

Odio el feminismo, tanto como el machismo.

Alguna vez ya lo he dicho. Y ojo, cuando alguien escribe sobre estas cuestiones, me causa gracia, y hasta tal vez participe. Pero cuando se hace un estandarte bajo el cual se para un resentido, ahi ya no me gusta participar.

Por eso hoy, uno de los blogs de la lista se fue, a hacer su propio camino por el mar del feminismo injustificado.

Porque una cosa, es reirnos de nosotros, y otra muy distinta es intentar echarle la culpa al genero opuesto de que nuestra vida es una mierda.