viernes, 20 de febrero de 2009

CUENTOS - La Infiel (a pedido)

Les dejo para el viernes un tema controversial. No me tiren con cuchillo, tirenme con tenedor.


Terminó su cigarrillo y lo apagó en el cenicero adherido a un lado de la cama. Ni siquiera miró al hombre que yacía dormido a su lado. No se parecía en nada a su esposo, y tal vez eso era lo que lo había animado a aceptar aquella invitación de su parte.

Finalmente, lo había hecho. No sentía arrepentimiento, ni nada parecido. Por un lado, se sentía culpable de no experimentar eso que había escuchado por los comentarios de los que eran infieles casuales o tramposos profesionales.

Miraba el techo pensativa, mientras la última bocanada de humo se disolvía en el aire.

Y con un suspiro profundo, recordó como había empezado todo.

Se había casado con el que, según ella, era el amor de su vida. El hombre que la complementaba en todo, aquel con el que había vivido los momentos más intensos, de felicidad o amargura. Pero había cambiado completamente unas semanas después que había nacido su primer hijo.

No solo comenzaron a tener diferencias notables, sentían que no se podían ni ver. Y en medio de ellos, ahora una criatura que lloraba todo el día ocupaba un lugar ineludible.

El comenzó con una depresión insoportable, y ella, intentaba mediar entre el y esa criatura indefensa que reclamaba a gritos una atención permanente. Ella comenzó a dividirse, a dormir salteado, a tolerar y a llorar en silencio, por las noches, cuando el dormía profundo.

En dos años, habían pasado demasiadas cosas. Y todos sabemos que en la contrariedad, la mujer se convierte en una muralla, que resiste y espera a que pase la tormenta. Todos sabemos también, que el hombre suele armar el bolso e irse para siempre, o se acurruca en un rincón obscuro, esperando que su madre venga a rescatarlo.

Durante un tiempo la actitud de ella era conciliadora, y la de el, separatista. De vez en cuando, esto se revertía, porque ella decidía dejar a ese hombre atrás, y ese hombre cambiaba radicalmente de un día para otro. Pero el cambio, apenas duraba algunas horas, con suerte, un par de días.

Después de dos años de esa vida, el clima en el hogar era irrespirable. Y como suele suceder en estos casos, siempre, aparecen los oportunistas.

A el se lo notaba lejano. Ya no había sexo en la pareja, salvo algunas esporádicas ocasiones, siempre, luego de una pelea. A ella, se la notaba distinta en los últimos meses.

En el trabajo, había un compañero, que la escuchaba, la alentaba a seguir adelante. “Esto es pasajero” decía, “cuando el nene se haga mas independiente, ustedes se van a acomodar” esperanzaba. Pero a ella se le hacía imposible seguir esperando. Ese hombre que le hablaba a diario, que la hacía sentir contenida, que la acariciaba con palabras, era la única imagen de hombre que le quedaba en la cabeza a la hora de dormir.

Y como era lógico, un día esa relación de comprensión y cariño, pasó a algo más. Ella sintió la necesidad de besarlo, primero, tímidamente, después, sintió que las llamas la consumían, nuevamente, como aquella primera vez con su esposo.

Fue cuestión de tiempo. Contrario a lo que la mayoría cree, no fue él el que sugirió llevar esa relación al plano sexual.

Y ahora, estaba hecho. Como un castigo, como un resarcimiento, o como una forma de complacerse. No importaba. Estaba hecho. Y no se sentía mal en absoluto.

De alguna manera, lo que había hecho era plasmar sus fantasías, esas que la torturaban desde hacía tiempo ya. Ella no se recriminaba nada, entonces, ¿Qué derecho podría tener aquel que la había torturado durante años? Ninguno, claro. Solo una promesa rota hecha en el pasado. El mismo tipo de promesas que su esposo había quebrantado sistemáticamente desde el nacimiento de Matías.

Atrás quedaba la sensación de haber hecho sacrificios constantemente, de no haber fumado durante años, de haberse levantado a cualquier hora para amamantar a Matías, de lavar y tender, lavar y secar, fregar, encerar. Comprender, sufrir, llorar, gritar. Con una simple movida de piezas, había equilibrado la balanza.

Y ahora, para ella, estaban a mano.

Lo que no calculó, fue el daño en el corazón del pobre tipo que había destrozado en la cama de aquel hotel.

A partir de entonces, no se trataría solo de una actitud de castigo hacia el hombre de su vida. A partir de entonces, sería acerca de sentirse atractiva, salvaje, sexual y primitiva.

Porque, como todos sabemos, el espíritu de una mujer es lo último que el ser humano logrará doblegar.

15 comentarios:

Nati Alabel dijo...

"Y todos sabemos que en la contrariedad, la mujer se convierte en una muralla, que resiste y espera a que pase la tormenta. Todos sabemos también, que el hombre suele armar el bolso e irse para siempre, o se acurruca en un rincón obscuro, esperando que su madre venga a rescatarlo."

TE PASASTE, GENIAL

Mona Loca dijo...

Gato: este relato está realmente muy bueno.

Pero MUY.

Muy lograda la imagen de que "espera qeu venga su madre a rescatarlo" y lo de la muralla.

Muy bien logrados y explicado loq ue pasa por la cabeza de ella.

La verdad, me gustó mucho.


Mirá cuánto,qeu no te voy a mandar ningún mail!!!!

;P!!!!!

Tampax Ultra dijo...

La mayoría de las veces el hombre espera a la mamá. Somos el sexo débil.

Arle dijo...

Me adhiero a los comments de Tampax, Nat y la Mona. Pero! (no sería yo sin un pero!

"Lo que no calculó fue el daño en el corazón del pobre tipo que había destrozado en la cama de aquel hotel"

Nop, never, niet. O él acaso no sabía dónde se metía y las condiciones previas? El jueguito de las víctimas a mí, no eh?

El resto me gustó mucho jeje

besos de fin de semana, gatúbelo

El gato vagabundo dijo...

Arlequincita, de lo que hablaba era del daño clinico en el corazon del tipo.

Por supuesto que sabía donde se metía.

Si quisiera poner al hombre en victima, hablaria desde el punto del engañado.

Me pareció que no podía dejar de aclarar esto... buen fin de semana.

alma dijo...

"muralla que espera y resiste a que pasa la tormenta..."
increible!!! siempre pense así, siempre lo ví así y me toco vivirlo de ese modo, una trata de sobrellevar la situacion complicada convirtiendose en muralla...
mi mama me decía de chiquita "todo pasa y esto también pasará"
saludos!

Laura dijo...

bueno, parece que el fin de semana es descanso obligatorio en este blog, según dicen los comments. Y está bien, bastante hay que laburar en la vida "real", algunos jamás disponen de un sábado libre...
Me encantó este cuento, viéndolo desde mi perspectiva diria que supiste meterte muy bien en la piel de esa mujer, bravo por ella que se animó a romper estructuras que la ahogaban y disfrutar a full sin culpas.
Un placer la forma en que escribís.
Buen fin de semana

Mona Loca dijo...

aaahhh, cómo? el daño era biológico?
Uh, eso sí no se había entendido,yo también creí que se había enamorado el tipo!!

Y víctima, el engañado? Mmmhhh... si quiere lo charlamos un rato.

besos y buen finde.
Sea buen gatito.

Claudio G. Alvarez Tomasello dijo...

Excelente relato, Gato. Interesante porque se nota un innegable conocimiento de la naturaleza femenina, no muy corriente, por cierto.
Impecable.

Arle dijo...

Gatito, no. Ninguno de los tres es víctima, lo mires desde donde lo mires.

Me ha tocado estar en los tres roles y desde mi punto de vista, el tercero que llega a una relación establecida, conoce de antemano la situación. Todos los que participamos en una relación corremos el riesgo de dejar el corazón enredado, y sin embargo elegimos apartarnos o quedarnos.

Las relaciones humanas son sumamente complejas, pero lo más complicado de todo es creer que uno puede manejar sus sentimientos. Pero las personas tenemos ( indistintamente si pertenecemos a uno ú otro género) la capacidad de apartarnos a tiempo, o de correr el riesgo. ¿O me vas a decir que este tercero tan buen amigo no se daba cuenta que era un instrumento, una herramienta y nada más?

No me convenciste jaja

besos de sábado somnoliento

Laura dijo...

Arlequincita, te estaba leyendo y coincido en mucho con lo que dijiste. Ese tercero tan buen amigo, también era consciente de la situación. Creo que prefirio arriesgar y en estas situaciones se sabe que siempre alguien sale perdiendo
Ambos decidieron correr el riesgo. Totalmente de acuerdo, conociendo de antemano la situación...no hay nada que reclamar

María Pía dijo...

Ay Gato, cuánto sabés de minas (como yo). Y...la estoy remando, en parte me has descripto, no sé si reir o yorar (con y, sí).

El gato vagabundo dijo...

Natalia: La realidad es insuperable.

Mona: Me alegro! (que te guste y que no me retes por correo!)

Tampax: Es lo que siempre digo.

Alma: Es que aunque no querramos aceptarlo, es asi. La mujer se banca cosas que nosotros ni siquiera imaginamos.

Laura: El fin de semana es el descanso merecido del que escribe. Me alegro que le haya gustado.

Mona: No hay víctimas monita. En este juego del amor, todos somos victimas, y todos victimarios. O sea, estamos todos a mano.

Claudio: O sea... ¿sere mujer? Quien lo sabe...

Arle: Si bien respondí eso por aca arriba, es asi. El que juega, sabe los riesgos tanto como las recompensas. Eso es lo bueno.

Laura: Absolutamente nada que reclamar! A lo sumo, se puede reclamar el hecho de ser el ultimo en enterarse de la infidelidad. Me parece que la honestidad pasa por ese lado. "Loco, pasó esto, y fué una consecuencia de todo esto que nos pasó antes. No justifica, pero asi son las cosas". La honestidad se puede mantener aun en las peores epocas.

Violeta: No... de minas no se nada. Mujeres tal vez. Y escribo desde las experiencias propias o ajenas. Eso hace el escritor, reúne elementos y arma una historia. Ah, y reíte. Porque siempre hay salida.

Andrea dijo...

muy buen post!! Es tremendo pero esta situacion de crisis en las parejas se da cada vez mas seguido. Me gusta tu punto de enfoque, es lo mas objetivo que lei por estos dias!

El gato vagabundo dijo...

Gracias Andre!