viernes, 13 de febrero de 2009

El secuestro - De la colección CUERVO (CUentos Escritos al Real VOleo) - Parte III

A los pocos minutos lo vinieron a buscar. Lo acompañaron al baño. Y como en los últimos 4 días, orinó con un poco de sangre. Pero eso ya no lo preocupaba a el. A sus captores, sin embargo, los inquietaba bastante.

Lo acostaron con cuidado, lo taparon, y lo dejaron dormir.

- Muerto no vale un carajo - dijo la mujer
- Vivo por ahora, parece que tampoco - replicó el hombre
- Todavía no me dormí - susurró Marcos desde el colchón en el piso.

Los dos secuestradores salieron rápidamente de la habitación. Marcos esta vez, no pudo evitar llorar en silencio. Algo le decía que no iba a salir de esta situación vivo.

Lo único que le pedía al cielo era volver a ver a su familia, aunque mas no fuera unos minutos mas. Llevarse con el sus aromas, sus imágenes, sus texturas. Quería abrazar desesperadamente a su esposa, con la cual no se llevaba para nada bien, pero en ese momento, era la persona que mas amaba en el mundo. Quería hablarle a su hija, apretarla fuerte contra su pecho, besarla, acariciarle la carita perdiendose en sus ojos marrones, esos mismos que el abuelo Estanislao había despreciado alguna vez, por no ser celestes.

Claro, como a todos, le sucedía el "darse cuenta". Se daba cuenta que fuera de los roces estúpidos, las peleas sin sentido y las infidelidades por parte de ambos, pasaban a ser totalmente secundarias.

Hoy importaba estar juntos, y mas aún, importaba estar vivos.

Cuando entro el jefe otra vez, a media tarde, Marcos se acomodó para recibir los golpes usuales.

- Tengo algo para vos - dijo el jefe empuñando un arma.

Marcos vió y reconoció lo que empuñaba. Era una Eagle Desert .50, y estaba apuntándosela directo a la frente a menos de un metro.

Supo lo que era, porque uno de sus inútiles pasatiempos era comprar revistas de armas, o buscar fotos y videos en internet, o ir a las exposiciones de equipamiento militar, y se asombraba, se estremecía y gozaba con el poder destructivo de las armas mas sofisticadas, y tambien con el de las mas brutales.

Pero claro, esta vez era distinto, porque el que estaba frente a una de esas armas que tanto había admirado en el pasado era él. Y no sentía ni admiración, ni placer. Sentía terror. Sentía impotencia y miedo, angustia, y la certeza de que ese sería su ultimo momento en la tierra.

Pensó que no le gustaba la idea de morir en un lugar oscuro y de un balazo en la frente. No se condecía con su sueño de ser viejito y tener una casa en la playa, o de morir en Hawaii haciendo surf como alguna vez deseó. No, esta realidad no tenía nada que ver con esos sueños que había tenido de felicidad y muerte apacible.

Esta vez sentía lo que sienten los que pierden la vida frente a un arma, los que fueron atacados, los que combatieron en una guerra. Y sintió de pronto que las armas no le gustaban nada. Sintió que todas esas revistas no tenían la capacidad de transmitir lo horrible y aberrante que son las armas, y que engañaban a la gente con sus cuadros comparativos de poder de fuego, velocidad de repetición y fuerza de impacto. Hoy a Marcos, todos esos numeritos le decían una sola cosa: Muerte.

El jefe gatilló y el disparo tronó e iluminó momentaneamente la habitación.

Lentamente, los ojos cerrados y apretados de Marcos se comenzaron a relajar. Los oídos le dolían y comenzó a levantar suavemente los párpados. El jefe estaba mirándolo, y por lo que podía adivinar, no estaba muerto.

- ¡Puta!... ¡que puntería de mierda tengo!... eso si, si tu mujer no paga hoy, mañana no le erro.

Marcos se desvaneció en el colchón, víctima de una angustia nunca antes conocida. La tensión nerviosa, la velocidad de su sangre fluyendo desbocada, de pronto sintieron una especie de orgasmo tenebroso que le provoco la relajación de todos los músculos del cuerpo, y ya no pudo sostenerse en pie. La sangre volvió a su fluir normal, su corazón comenzó a regularizar los latidos, y su presión arterial comenzó a bajar.

Vomitó, y no pudo controlar sus esfínteres.

Y por primera vez en muchos años, lloró desconsoladamente.

Mas intensamente aún, que aquella vez a los 14 años, cuando su papá no lo dejo salir en el auto con sus amigos del colegio.

10 comentarios:

Mona Loca dijo...

Qué bravo este cuento, che, y sobre todo esta parte.

Anónimo dijo...

Muy bueno, tengo la escena en la cabeza, y hasta el sonido del disparo...

ElFlaco dijo...

Volvi a sentir la tension en esta tercera entrega, la segunda me disipo un poco, lo que si me descoloco el final con la comparacion de los 14 años pero hay que estar en esa situacion se te puede cruzar cualquier boludes.
Exlente lo suyo, espero leer el resto cuando vuelva.

Anónimo dijo...

Terrible!!!!!!!!

María Pía dijo...

Es la parte que mmás me gustó.

Nati Alabel dijo...

Me engañaste por un momento, creí que lo habían matado!

El gato vagabundo dijo...

Mona Loca: Esta parte es un quiebre en la historia.

Ceci: Esa era la idea! Gracias por decirlo.

Flaco: Lo de los 14 años es para ilustrar que nunca tuvo que llorar por nada serio. El ultimo llanto fue infantil, no de la dureza de la vida, ni de ver a su hija comer lo que hay en casa mientras ellos hacian ayuno forzozo, como nos paso a varios.

Ana: Si!

Violeta: Es la que mas me gustó escriir. Se que es un tema jodido, y hasta se podria decir negro. Pero alguien tenia que escribirlo.

Natilla: Si vos ya sabes como sigue esto... y adivino que ya hasta intuis el final... no me vengas a engañar a mi che!

GABU dijo...

¡Upalalà!
Viene zafando...
Si no lo mataron todavìa por algo serà... ¬¬

P.D.:Lo que me resulta siempre extraño es el manejo hasta cierto punto de ese morbo satisfactorio de lidiar con la muerte...

TE REVOLEO UN BESAZO (atajàlo) ;)

Tefii..* dijo...

creo que un buen cuanto, para ser considerado uno, tiene que hacerte sentir cada detalle cada sensacion, como si fueras vos el mismo protagonista..y este.! dios mio, todavia siento la tension, el miedo y el ruido del disparo..muy bueno..besitos

M dijo...

Me estoy haciendo mas fanatica que de 24 :O) faaaaaaaa.