Sofía

Despertó de aquel hermoso sueño de caricias en la espalda, gracias a un enorme camión que arrancó el motor al lado del auto.

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La mañana en la ruta no era como cuando se despertaba en casa, saliendo lentamente del sueño con los ojos entrecerrados. En la ruta uno se despierta con los ojos bien abiertos.

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En el auto, todo es acotado. Mientras en casa se puede dar vueltas en la cama y luego se puede uno estirar hasta sentir esa especie de mini orgasmo en todo el cuerpo, en el auto uno solo puede volver a acomodarse para aliviar el anquilosamiento que lo invade.

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Sintió en la piel el frío de la helada en el techo. Miró a su alrededor y vio el despertar del pueblo que rodeaba la estación de servicio. La ruta empezaba a despertarse también, lo cual indicaba que era hora de seguir adelante.

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Lentamente entre los bolsos, comenzó a moverse.

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De un salto pasó a la parte de adelante, y casi dormida le pasó la lengua por la cara al hombre que había conducido hasta bien tarde la noche anterior.

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En unos minutos estuvo en sus brazos. Y se dio cuenta de que disfrutaba de sus caricias mas que nada en el mundo.

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- ¿Como durmió mi reina? - dijo el hombre mientras ponía en marcha el auto para continuar el viaje.

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Mientras Sofía se acostaba en su regazo para continuar viajando, le respondió con un ronroneo.

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Lentamente, mientras el auto subía a la ruta, y asomaba el sol naranja en el horizonte, se fueron despertando, uno a uno, el resto de la familia.

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Y viajando acostada en el regazo del hombre, Sofía pensó: "Cuando suba un poco mas el sol, me voy a la parte de atrás".

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