jueves, 12 de febrero de 2009

El secuestro - De la colección CUERVO (CUentos Escritos al Real VOleo) - Parte II

El golpe de la puerta lo sobresaltó. No le venían a traer el agua.

Otra vez, el que parecía ser el jefe de la banda.

El ritual era diario. Venía con todos los integrantes, y se dedicaba a golpearlo, a la vista de todos, para mostrar quien era el que mandaba, y como se hacían las cosas.

Primero lo ponían de pie los ayudantes, y el le pegaba en el estomago, en la cara, en las costillas. Así, hasta que no podía sostenerse, y caía al piso. Y entonces, venían las patadas en la espalda, en el estomago, o donde hicieran blanco.

Así, lo dejaban semi inconsciente, y se iban, detrás del realizado jefe, los cabizbajos secuaces.

Lo que se estaba generando ahí era una polaridad, ya que a la brutalidad de cada noche cuando aparecía el jefe, se contraponía la "amabilidad" con la que lo trataban los otros durante el día.

Llegaba papá a la noche y lo mandaba a la cama, y durante el día, se quedaba al cuidado de mamá.

No pudo evitar reírse al hacer esa comparación absurda.

Se pasó la lengua por los dientes que aun no había perdido en esa guarida, y los advirtió sangrantes. Aquellos dientes que lo habían enorgullecido mas de una vez en las revistas de actualidad, hoy estaban perdidos y se retoñaban en algún lugar del suelo de esa oscura habitación.

Pero el, pensaba solo en Florencia y en Ursula, su esposa. Parecía mentira, pero en aquel momento, ni siquiera recordaba su auto de lujo, su pequeño yate en el astillero, sus amigos del exclusivisimo club ni los lujos de las casas que conocía tan bien.

En ese momento, ni siquiera podía sentir dolor. Lo único que podía hacer era extrañar a su familia.

Cuando la puerta se volvió a abrir, entraron dos personas, y el instintivamente se acurrucó para recibir las patadas ya conocidas... esperó, y se sorprendió.

Entraron con un colchón. Lo acomodaron en el suelo, y lo ayudaron a incorporarse. Lentamente, con sumo cuidado, lo ayudaron a acostarse. Casi lo obligaron a abandonar esa posicion fetal, lo estiraron hasta que pudo permanecer en esa posición.

- Tenes frío? - le preguntó una mujer
- Un poco... quisiera ir al baño...
- En unos minutos, esperá a que se vaya... - respondió un hombre

Marcos se quedó en el colchon nuevo, entrando en calor con la frazada que le habían alcanzado.

5 comentarios:

Nati Alabel dijo...

Quizá sea prejuicioso lo que voy a decir, pero cada vez que asaltan a un rico, yo me pregunto si el asaltado no será un delincuente también...

Eric dijo...

Comparto con Natalia Alabel, yo siempre me pregunto lo mismo.

Igualmente, en una situación tan angustiante, así de intensa como está narrada, uno no puede menos que ponerse en el lugar de la víctima. Sea quien sea.

Muy buen relato. Espero la continuación.

El gato vagabundo dijo...

Toda fortuna, por grande o pequeña que sea, comenzo con un crimen, por mas grande o pequeño que sea.

Es asi.

Rara vez una fortuna es ganada honestamente.

Uno de los giros va a ser ese. ¡Maldicion Alabel!¡me contas el final de los chistes!

Tefii..* dijo...

muy buen relato =) todos vamos a estar esperando la continuacion..besito

Anónimo dijo...

espero la continuación.... quien será la mujer?...capaz la mujer de él?...que suspenso!!!
muy bueno
beso