viernes, 13 de marzo de 2009

La Luna en la bandera - Primera parte










Cuando bajó del avión el paisaje no lo sorprendió. Lo llenó de recuerdos.

El resto de los pasajeros bajaban de la aeronave y gritaban, o reían, o sacaban fotos. Pero para Claudio todo era tan conocido, que adoptaba la indiferencia típica de los habitantes del lugar.



Lo estaba esperando un auto, para llevarlo hasta la terminal de Rabat, y desde ahí, seguiría el viaje en ómnibus hasta Agadir.



Punto de control en Agadir







Parada obligada, en Agadir saludaría a unos viejos amigos, pasaría la noche, y seguiría hasta Tarfaya donde lo esperaban un grupo de saharauis y extranjeros. Con ellos, el resto del viaje sería en camión.



Agradecía al cielo no tener que hacer ese trayecto nuevamente en camello, como la primera vez.

"Voy a tardar mas en llegar desde acá al campo de refugiados en Sahara, que lo que tardé en cruzar el atlántico" pensó.

El viaje de mas de ocho horas hasta la ciudad del sur, mas otras ocho horas seguras de viaje a través de las arenas hasta El Aaiún cruzando por el ex Sahara español, era por mucho, mas largo que las once horas de vuelo. No veía la hora de llegar por fin al campo donde se refugian desde hace décadas los habitantes del desierto, los saharauis.



Distrito financiero de Al Aaiún











En esos campos, donde suelen buscar atención medica, alimentos, y educación, estaban esperándolo a Claudio hacía tiempo. El grupo que integraría en Tarfaya estaba conformado por médicos, dos de ellos cirujanos, ingenieros agrónomos, electricistas, y maestros de diversas artes y ciencias. Y un especialista en redes de datos y sistemas. Uno solo. Claudio.


Claudio seguía pensando en el trayecto, ya conocido. Hacía cinco años que se había ido de Marruecos para volver a Argentina. Las cosas en aquel entonces, no habían terminado bien, debido a una administración deficiente y un grupo por demás heterogeneo. Y los saharauis que no colaboraban en lo absoluto.





Esta vez, la promesa era diferente. Diferente a lo que habían prometido los últimos cuatro años.

Los saharauis estaban siendo sistemáticamente diezmados por el gobierno Marroquí, y necesitaban organizarse mejor para poder hacer frente a su inminente desaparición. Desde 1974, el plan de ocupación por parte del gobierno estaba logrando su objetivo de destierro. No podían permitirlo. Para eso, necesitaban formarse, instruirse. Pero ante todo, necesitaban un verdadero líder.

La administración de los campos, historicamente realizada exclusivamente por la ONU, había aceptado por primera vez integrar a un saharaui. Esto, era un enorme avance para esa gente, ya que por primera vez participaban activamente del futuro de su pueblo. La historia esta vez, parecía torcerse.

La tarde caía y empezaba con ella un viaje eterno y una esperanza desconfiada. El tiempo diría si Claudio había sucumbido otra vez a sus propios sueños, o esta vez, los sueños se convertirían en una realidad palpable.


Con los ojos llenos de paisaje, de sol y de arena, Claudio salía del aeropuerto de Rabat para enfrentar el mayor desafío de su vida.

El aún no lo sabía. Pero estaba en su destino.


Dejar su huella.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

En qué lindo viaje nos estás llevando!! Un viaje para dejar huella... Claudio no necesitará una asistente, aunque no sepa nada pero nada de redes y sistemas? :P

pd: me gustó especialmente lo de la esperanza desconfiada. Porque las hay.

El gato vagabundo dijo...

Si Ceci, basta de pasado. Ahora serán viajes al futuro esperanzador. Viajes por Marruecos, Tunez, travesías en camellos.

Quizas mas adelante, tengamos que saltar a otra parte del mundo para navegar entre las islas del pacifico para pasar un tiempo en una isla volcanica, despues, subirnos otra vez al barco y pasar una temporada en la antartida... y despues quien sabe...

Viajar. Vagabundear. De eso se trata.

Mona Loca dijo...

Bueno.
Por el momento, quedo a la espera.

veamos qué sigue.

beso!

Anónimo dijo...

"adoptaba la indiferencia típica de los habitantes del lugar"

Na, te parece? Para mi que algo se movió, aunque fuera casi imperceptible. Aunque todvía no supiera que iba a dejar huella.

Me uno a la vagabundeada, pero antes me voy a poner al día!

Beso, Gato!

Laura dijo...

yo me prendo Gatito, adonde vayas alli te sigo leyendo

Arle dijo...

permiso, permiso, cof cof cuánta arena !!!!!!!!

besos arenados, Gatito

Anónimo dijo...

Cat: qué hacés vos en estas latitudes??????? Cómo sigue? Mirá que sos raro ehhhh? Tus ficciones me sorprenden gratamente mi querido.

Ivanna dijo...

Interesante historia, nos deja con ansias de seguirla paso a paso.
Un besito! =)

Nati Alabel dijo...

El Gato Exótico!! me encanta. Seguiré la historia.