jueves, 29 de octubre de 2009

Naiflai X 2!!!

Naiflai en esta entrega viene doble, como la doble nelson que le hicieron a Martin en uno de los últimos programas de Titanes en el Ring.

Iba a decir "como la doble nelson que le hicieron a tu hermana", pero quedaba feo...

El tema es así.

La idea del vampiro cordobés nació a partir de un post del flaco picante. Y nos comentabamos lo mal que juega Belgrano pero que al menos está en el Nacional B, y que Talleres está disputando el campeonato municipal de Ischillin...

Y el tema de los muertos vivos nos fué llevando inevitablemente a Naiflai. y nos dimos cuenta que la historia era muy similar a un personaje pergeñado por el cofla, hace tiempo ya. Y la cruza entonces se dió sola.

Naiflai ahora tiene adn de dos piratas celestes, y para celebrar esto, se publican dos capítulos, por dos autores, escritos en dos pc's y a dos km de distancia.

Como extra, les cuento que cada entrega llevara como título, una referencia solapada a una película, en estos casos, son "Batman Inicia" y "Dragon Rojo".

Doble entrega, doble placer, doble nelson, doble de riesgo, doble por la línea punteada para cortar.

Todo doble.

Así que doblen a la derecha y sigan leyendo.




Naiflai Inicia


Doña Berta nunca supo de la condición de mosquito superdesarrollado del Guille. Cuando empezó todo, pudo ocultarlo por un tiempo hasta que ella se fue a vivir a Embalse cuando le salió lo de la jubilación.

Para cuando ella murió, Naiflai ya dormía en la estación abandonada de Alta Córdoba.

- Eh Willy! – gritaba doña Berta
- Quelo qué mama!
- No toméi del pico él sifón querí!… te lo i dicho mil vece!


Naiflái tenía ya el inconveniente de no poder tomar en vaso, a raíz del comienzo del desarrollo de sus colmillos. Pero lo del sifón no era lo único por lo que reñían. Recordaba ahora muchas discusiones con la tana. Era tal vez su forma más cariñosa de relacionarse.

- ¡Ya no ti reí en la foto como ante güily! – lo había acusado una noche doña Berta
- Pero… ¡ni siquiera salgo en las fotos vieja!
- ¿Ve? ¡A la final só un guanaco de lo pior!


Ahora recordaba todo como si hubiera sucedido ayer… Extrañaba a esa mujer enorme, llena de afecto y una habilidad magnífica para los chancletazos en la siesta.

- ¡Limpiate la dó pata en el felpudo, che hilachento!
- ¡Ahí tené, te lo iené de lo sorete del Bobby!
- ¡Te vuá a sacá el alma a trompadone a vo!


Berta nunca se había enterado de la condición de muerto vivo del nene. No hubiera podido soportarlo.

- ¡Como extraño lo ravioles tuio viejita de mi corazón!

Mientras hervía el agua de la olla, y le echaba un chorrito de aceite y un poco de sal y alguna que otra lágrima, recordó la noche que comenzó todo.

Volvía de ver a La Barra como todos los sábados, mientras canturreaba solo y a los alaridos.

- Uuuun miión de rosasssssss… nanana nana nananana uuuuumiión de rosasssss ….

Caminaba solo por la costanera con varios fernetazos arriba y un par de vinos blancos dulzones por abajo, cuando se cruzó con ella.

- Si no fuerai de verdá mamita, te haría con bolsa inflada del mariano max pa tenerte en la zapie!

La morocha, de contextura pequeña, zapatitos negros, minifalda negra muy corta, y camisa blanca rellena de lo mejor de ella, resaltaba en aquella penumbra como una baliza en el océano.

- Shhhh… - Lo provocó ella con sensualidad.
- Sin soda para mi coshita!
- Shhhhh – Volvió a provocarlo, ahora apoyándole el índice sobre los labios.
- Te estai desinflando mamita! Io sabía que erai muñeca, pero no que erai inflable!
- Soy una muñeca demasiado brava para vos bebé…


Ella le acarició el pelo, y luego paso sus largas uñas por el cuello de Naiflai.

- ¡Si te gusta el cogote é todo tuio! – dijo con doble sentido, y se condenó para siempre.
- ¿Me estás invitando?
– dijo sonriendo la negra.

El, sin perder el tiempo, le apuntó a la boca y disparó un beso. Ella lo atajó con sus labios fríos y le ofreció su cuerpo ahí mismo, sin rodeos. Guillermo no podía creer que la suerte de toda la vida se le hubiera juntado en una sola noche. Pero no sería tan así.

Aullaron a la luz de mercurio, ella, aullaba de placer, el, aullaba por las uñas gigantes que tenía clavadas hasta las costillas.

- Tengo ganas de morderte – dijo artera la morocha.
- Si tuviera maionesa pa ponerme te prestaba… ¡pero mordé todo lo que querai!


Con un movimiento veloz, ella desapareció del campo visual de Naiflai para situarse justo detrás. Para el pobre infeliz, fue solo una visión borrosa, como en las viejas fotos deportivas.

- ¡Ande tihai ido mi reina mora!

Sintió el aliento frío detrás del cuello.

- Justo donde me querías corazón.
- Uuuyyy Dio!
– Fué lo único que alcanzo a decir.

La muñeca infernal le mordió el cuello suave pero firme. Naiflai recordaba ahora las visiones y la extraña música que habían acompañado aquel momento.

El frío del invierno se había apoderado de su alma en aquel entonces, y debía combatir contra esa sensación constantemente, en una batalla que duraría toda una eternidad.
A fuerza de cuarteto, Fernet con coca, criollos de hojaldre, pezca de dientudos en los embalses y sobre todo, las enormes bolsas de tutucas, Naiflai le arrimaba un poco de calor al corazón.

Claro que la estufa a cuarzo en invierno ayudaba bastante.

Glosario:
La Barra: Grupo cuartetero local, con mas de una decada y 500 discos lanzados.
Mariano max: Desaparecida cadena local de minimercados.
Reina Mora: Ave regional de belleza singular y un canto incomparable.
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Naiflai Rojo

Ahora estaba cociendo los ravioles de la vieja. De la vieja de la fabrica de pastas de Lima y Alvear.

Cenaba cada tanto afuera, cuando la sed de sangre real se hacía insostenible. Mientras podía contenerla, cenaba solo en su casa. Aquella noche era mas lóbrega que de costumbre, y se sentó a la mesa, solo, pero no del todo.

Naiflai tenía una debilidad que solo unos pocos conocían: El Frambuá de las bodegas Nanini. Un tinto elaborado en la colonia caroyense, que reza desafiante en su etiqueta la frase “Rojo Sangre”. Y eso para cualquier vampiro mediterráneo, era un llamado irresistible, casi como el llamado de la sangre cuando aparece un hincha de Talleres que entró con el gorrito puesto por la popular de Belgrano.

La debilidad de este mosquito con esteroides estaba acompañada por otro secreto inconfesable.

Naiflai compraba muñecas inflables al por mayor.

La única condición era que debían ser morochas, como aquella petisa que lo sumara a las filas de los no durmientes. Siempre, invariablemente morochas.

Su afición a las inflables, no tenía en absoluto alguna implicancia sexual. Era más bien una cuestión de creatividad.

La primera vez que fue a la bodega, compró algunas botellas de frambuá, de amabile, de syrah y de vinagre para los vampiros que no le caían bien y se auto invitaban a sus asados. Pero mientras mas se desarrollaban sus colmillos, peor se le ponía el asunto. Probó tomando el vino con un sorbete, con una cucharita, con un gotero, pero las sbornias eran cada vez más crueles y duraderas. Necesitaba urgente otra solución.


Era ya la tercera vez que iba a la bodega con su insaciable sed. Estacionó la renoleta debajo de uno de los plátanos de la avenida, subió con la mano izquierda la ventanilla, y con la derecha la aseguraba con un destornillador plano, y fue entonces que se le ocurrió una idea genial.

En la siguiente visita a la cava, bajó de la renoleta, abrió el baúl, y agarró un paquete pequeño que había retirado un rato antes en una galería del centro..

- En que lo puedo ayudar – dijo el empleado.
- Quiero ievá 100 litros de Frambuá – dijo Naiflai.
- ¿Y trajo algo en que llevarlos o lo quiere en botellas? – rió el hombre
- No te hagai el picante que te vuá falsiá la rosca del cogote – sentenció muy seriamente

Naiflai abrió el pequeño envoltorio, y sacó una desinflada muñeca morocha. Miró a los ojos al sorprendido empleado, y con la mayor seriedad posible aclaró:

- Me lo vai a cargar acá nero… y si ti yeís, te vai a ayepentí…

Los ojos se le oscurecieron de golpe, como el cielo cuando viene la piedra, y el empleado se apuro a consentirlo.

- Enseguida señor…

Esperó mientras en el interior del local le insuflaban el néctar divino a su morocha.

Recordaba siempre a aquella morena que lo había convertido en la sanguijuela con gigantismo que era hoy. La muñeca inflable era una de las formas que tenía de mitigar esa sed de volver a verla. Y también mitigaba otro tipo de sed, para que negarlo. El negro no era de madera.

Aunque, si le hubieran ofrecido laburo de barril, hubiera agarrado al instante.

- Señor… su pedido está listo
- Gracias gringo… cuanto é lo que debo?
- Quinientos veinte, señor


Mientras pagaba, Naiflai se detuvo. La mirada se le heló y los ojos perdieron el característico brillo. Miró a la muñeca… y su cara demostró preocupación. El empleado entendió el problema al vuelo, y entonces comentó en voz muy baja:

- Hay una gomería acá a dos cuadras… y… tal vez con unos parches…
- Tenei razón cara e mojarra…
– dijo con evidente agradecimiento.

Ahora, pasados los años, la recarga del curioso envase se había hecho costumbre, y el empleado de la bodega ya no se sorprendía al verlo. Casi se alegraba de recibir a su mejor cliente. Con la muñeca, Naiflai mitigaba principalmente dos necesidades: La de beber sangre del cuello de su vampiresa, y la de beber vino del bueno, sin las incomodas y estúpidas copas.

Las primeras veces se había bañado en frambuá, hasta que le agarró la mano para emparcharla al vuelo. No era cuestión de desperdiciar aquel oro rojo. Ahora poseía una habilidad digna de ver. Posiblemente fuera capaz de emparchar una moto andando debido a aquella rapidez.

Lo que no había podido solucionar aún, era el tema del enfriamiento.

"Lo malo de todo esto caeza, ¡es que no se por donde meterle lo cubito!"

10 comentarios:

Viejex dijo...

jajajjajaja!!!!! que buenos!!!! cara e´mojarra!!! te lo iené de lo sorete del bobby"!!! jjjjjuuuuuuaaaaa!!!!

Nati Alabel dijo...

Qué bizarro!! Delirante, muy delirante!

ElFlaco dijo...

Vejete lo tendriai que vé, carita finiiiiiiita y lo labio asi como asiendo truchita, ese é el cara e´mojarra, el bobby es un impresentable pero bue! doña Berta lo queria mucho, siempre estaba en el fondo y la Berta, bueno la Berta, en el fondo era buena.

Natalia Si te parecio bizarro no sabí lo que son lo comentario ofderecor con el Gato.

Mona Loca dijo...

Naiflai es uno de los mejores personajes que he visto pasear por acá.

Ya les dije que me gustan los relatos en cordobés?

Ahora se ensartaron solos, porque tienen que seguir hasta terminar la novela.

Sin presiones, claro...

besos a ambos

Rocío dijo...

Nahhhhh, moooy bueno!
Me mata que en su vida anterior Naiflai se llamara Guillermo.
Los diálogos en cordobés son lo más. Y la muñeca inflable llena de vino es inigualable!
Aguante el Flaco y el Gato!

Junten todos los comentarios del backstage y al final nos hacen el documental de detrás de cámaras.

Clap clap clap

El gato vagabundo dijo...

Viejex: Hoy me enterè que el perro de mi jefe se llama bobby...

Natalia: ¿Le parece?

Flaco: ¿Vos lo decis por lo de la quena?

Mona: No le diga a nadie, esto queda entre usted y yo, pero està la posibilidad de convertirlo en comic. Y ya tenemos el diujante...

Rocìo: Aunque no lo creas, chateamos dos veces, 5 minutos por día con el flaco, y salieron todas estas ideas y mucho mas que no podemos reproducir por cuestiones de horario de proteccion al menor ¿vio?. Veremos si en la edicion Blu-Ray de lujo aparece la serie sin cortes.

Ceci dijo...

Es perfecta, perfecta! Me encanta esta historia del Naiflái.

laura dijo...

che, vos decís que te clausuran el blog si pones lo comentario ofderecor?? porque imagino que deben ser desopilantes igual que esta historia. el güily me mató!!!!

buenísimo Gatito, se merece buzón de sugerencias para el tema de los cubitos.

besotes D.

ElFlaco dijo...

Mona: Tamo en eso

Rocio: mmm con esto de la nueva ley de medios, me parece que nos sacan del medio si lo ponemos.

Gato: entre la quena y el Té vamo en cana.

Ceci: uté cree ???

Laura: Si posteamos lo que dice el google talk nos en-cierran, con respecto al buzon mmm no es mala idea.

Claudio G. Alvarez Tomasello dijo...

Muchachos, esto es imperdible.
Un abrazo.