REVERSIONES

Muchachas y muchachos... suena tremendo... con este ritmo loco... bueno, no.

Cortemos en "muchachas y muchachos".

Laura ha reescrito una de las historias de este humilde, simple, prolífico, increíble, grandioso y maravilloso éxito literario que es el gato en biblioteca (creo que me entusiasmé un cachito). Y eligió uno de los temas mas picantes, ardientes, candentes, hirientes y urticantes.

Noooo... no es la sarna... y tampoco la psoriasis.

Laurita eligió la historia de Nanci.

Cuando me dijo lo que había elegido para reversionar, simplemente dije "Oh por todos los cielos... si había un tema que no hubiera querido que elija, es precisamente ese".

Y sin embargo lo hizo muy pero muy bien...

"Nanci" empezaba mas o menos aaaasís...

"Desde hace un tiempo sucumbí a las bondades y maldades del facebook. Y me encontré con caras y nombres que había dejado ir en el tiempo y otras que se enterraron muy muy profundo en el humus cerebral que me rellena el mate.

Y así, buscando, la encontré a ella. Nanci. Alguna vez les mostré una foto, había soñado con ella en una prueba de sonido con Luca.

No importa eso. Importa la historia.

Corría el año 1992, y yo hacía un curso en el IAC de operador de PC o algo así. Y ahí la conocí a Nanci entre planillas de Lotus123 y Borland dBaseIII, entre Wordstar y cervezas." (Leer completo)




Con ustedes... Nanci. Por Laura.

Ah... por cierto...

FELIZ CUMPLE LAURITA!

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Un par de amigas me habían contado toda esa historia del Facebook y los reencuentros con gente del pasado, insistiendo hasta casi el hartazgo, pero yo me resistía a abrir una cuenta.

Que no tenía sentido hurgar en lo que ya fue, que me iba a complicar la vida, que no tenía tiempo. Esas y algunas otras excusas me sirvieron sólo un par de semanas porque después de ese lapso hasta yo sentía curiosidad.

Y abrí la cuenta en FB y claro, empezaron a aparecer personas y personajes con los que en algún momento nos habíamos cruzado por la vida hasta que, sin buscarlo, un día encontré un mensaje de Diego.

Mi cerebro recuperó imágenes al instante y mi cuerpo tuvo un pequeño sacudón. Los diecisiete años que siguieron después de aquella relación pasaron delante de mis ojos en segundos y se evaporaron en la nada porque retrocedí a esos instantes cuando lo veía venir caminando hacia mí, con esa sonrisa que le llenaba la cara y ese brillo tan especial que tenían sus ojos.

Dios, cuánto lo quise!!

Desee como nunca el encuentro que acordamos y fue verlo y sentir que el pecho palpitaba casi como antes. Venía alegre como siempre y cuando nos abrazamos su abrazo fue tan cálido como lo recordaba, hasta mi nombre en su boca volvía a recuperar su esencia.

No sé cuánto tiempo estuvimos charlando pero alcanzó para revivir cada minuto de nuestra historia.

Desde el primer momento que nos conocimos supe que le gusté y más allá del curso y de Andrés yo también sentí que él me había robado el primer suspiro y me había tocado el corazón aunque me cuidé muy bien de que lo notara.

El año avanzaba y Andrés siempre rondando, hacía enormes esfuerzos para que yo me fijara en él, yo me fijaba…claro que lo hacía, pero Diego tapaba todo, de a poco se iba instalando cada vez más en mi cabeza.

Muchas veces intenté hablarlo y blanquear esa situación pero invariablemente la presencia de su amigo estaba en medio de los dos y yo no alcanzaba a entender si sólo eran ideas mías y la única q se estaba enamorando era yo.

Hasta que llegó mi cumpleaños. Diego venía a saludarme y eso me hacía flotar, estaba ansiosa, me cambié diez veces de ropa y fue una de las pocas veces que me sentí insegura. Quería abrazarlo, quería que él sintiera los mismo que yo sentía, quería comérmelo a besos…quería todo junto, y a la vez tenía tanto miedo que esa noche fuera una noche mas.

Estábamos en el balcón de casa apoyados en la baranda pegaditos y sin rozarnos, juntos muy juntos y aún así no nos tocábamos. Yo moría de ganas de unos besos suyos y trataba de ser lo más expresiva posible y él me miraba intenso, de a ratos bajaba la vista y luego parecía que tomaba impulso y me volvía a traspasar con la mirada.

Entonces se produjo el milagro, me dijo las palabras que yo tanto deseaba….que Andrés no era un tipo serio. Nada, eso fue suficiente, eso era lo que yo quería oír

Por Dios cuánto lo quise!!

Era imposible no enamorarse de él, era el chico más dulce que había conocido y hubo veces que hasta sentí que por más que me esforzara nunca iba a poder demostrarle mi amor de la forma en que él lo hacía conmigo…era único.

Cada encuentro era como entrar en un mundo privado, hecho por los dos y para los dos. En ese universo chiquito me convertí en mujer, supe ser alumna aplicada y supe dejarme llevar. Él me enseñó a cambiar los roles y me dejó crecer.

Juntos nos animamos a cruzar fronteras que nosotros mismos inventamos.

Nos quisimos mucho, nos deseamos mucho…

Si tuviera que decir porqué terminé con esa relación, aún hoy diría que no lo sé. Supongo que fue el tiempo que nos tocó vivir, el paso de la adolescencia hacia la madurez, una relación a puro fuego vivida por dos chicos que empezaron a dejar de serlo y en el camino, el amor que se fue transformando en amistad…no lo sé.

Tampoco supe jamás que esa despedida en la estación de Villa Bosch había calado tan hondo en Diego y muchísimo menos de su historia de traición hacia Andrés.

Me pregunto qué hubiera pasado de haberlo sabido

Y hoy, después de diecisiete años lo vuelvo a tener enfrente, con esos ojazos que me miran sonriendo descargando culpas que jamás fueron, hablando de traiciones que yo no entiendo pero que evidentemente, él supo purgar.

Nunca me voy a arrepentir de haber abierto esa cuenta en FB, Diego necesitaba hablar de todo esto, liberar la mochila de tanta carga.

Y yo… yo sé que me hizo muy bien reencontrarme con nuestra historia de amor porque fue una de esas historias perfectas que ojalá cada persona pudiera vivir.