martes, 10 de noviembre de 2009

NAIFLAI - RAPIDO Y RUIDOSO

Como cada noche, la garrapata híper desarrollada salió de su casa, llavero de branca en mano.

Abordó la renoleta verde, provocando el típico movimiento de rebote al subirse.

Si hay un placer mayor que manejar por Córdoba, un marte’ a las do’ de la mañana, que venga alguien y me lo diga” – pensó mientras ponía en marcha la “renonave”.

La vuelta era simple. Salía de los bolichitos de Alta Córdoba. Fragueiro derecho hasta Juan del Campillo. De ahí, derecho a General Paz, cruzaba el río, Subía por Mitre costeando el Suquia y doblaba en Figueroa Alcorta, bordeando la Cañada Hasta Colón. De aquella esquina en adelante, el recorrido era una aventura distinta cada día. Excepto por los puntos obligados donde estaban las chicas trabajando.

No era el único que sabía eso.


De la población de sanguijuelas voladoras que habitaban los depósitos abandonados de la ciudad, a Naiflai, una en particular le provocaba una reacción alérgica. Lo reconoció al instante en la esquina de Lima y Santiago del Estero.

- ¡Naiflai!

El grito lo dejó frío. Más frío que lo habitual en un vampiro. Pero más que el grito, era el ruido conocido de un motor odiado. Era el ruido de un Citroen 2CV. Amarillo. O al menos alguna vez lo había sido.

- Lechonazo - pensó y recordó la última vez en Jesús María.

Cuando miró en dirección a la voz chillona, reconoció a su instinto la efectividad, una vez más. Se gritaron de ventanilla a ventanilla.

- Pensé que te habían estaqueado aiá en Jesú’ María che Lechonazo…
- No… io sé que te hubiera cagado e gusto… pero me escapé…
- ¿Sabé las morcíias que hubieran hecho no?
- ¿Seguí andando en esa bosta verde?... raro que no se ti hay prendido fuego…

Naiflai aceleró rabioso en el lugar. La renoleta rugía como un cachorro de puma. El 2CV del Lechonazo no se quedó callado. Rugía como... como... como un Citroen. Entre las aceleradas de los dos, despertaron a varios vecinos de la cuadra.

- Che Lechonazo… no se que haría’ vo’ sin la citroneta… debe sé jodido levantá vuelo con ese cementerio e’ poio colgando…
- Caiate fideazo… doblá en la Olmo, y piquemo hasta Patria… a vé quien tiene mejor nave…


Hacía varios meses que no lo veía a Lechonazo. Primogénito de Doña Norma, la hermana menor de Doña Berta, lo hacía su primo hermano directo. Y entre ambos existía un odio histórico.

- Te doy tré cuadra de ventaja gordo… hasta que el pobre auto ese agarre velocidá...

El placer de manejar en silencio por la ciudad, a las tres de la mañana, había desaparecido. El Lechonazo, conocedor de las costumbres de naiflai, lo había buscado con el único objetivo de perturbarlo.

Y ahora había convertido el silencio en un estruendo de humeantes motores semi fundidos.

- ¡Hacele lo´aro’ che gordo amarrete!
- ¡Y vó pinta la renoleta de un color decente, cara e’ ocote!

Iban cuerpo a cuerpo, doblaron un poco jugados en la esquina de Olmos y aceleraron a fondo. Cuando cruzaron el río, iban a máxima velocidad.

Es decir, 45 kilómetros por hora.

A las pocas cuadras, en una cuneta, Naiflai perdió el escape. El Lechonazo perdió la parrilla del Citroen. Cerca de la calle Roma, Naiflai venía con ventaja y cortó los bulones de la rueda delantera derecha, viéndola separarse del auto, y apoyó el carter de la renoleta sobre el asfalto, dejando detrás una gigantesca estela de chispas, ante la carcajada del Lechonazo que venía unos metros atrás.

Cinco metros más adelante, gracias a la vibración, al Lechonazo se le desprendían los guardabarros y una puerta del destartalado Citroen, ocasionando que la rana amarilla hiciera un espectacular trompo en plena avenida.

En la soledad de la noche, los autos heridos parecían ballenas que habían encallado finalmente en una playa negra y fría.



A eso de las cinco de la mañana, las sirenas amarillas anunciaban la llegada de los auxilios mecánicos del seguro de cada uno.


Los encontró a ambos sentados en la puerta de un viejo bar de la cuadra.

Entonaban emocionados, una canción de Jean Carlos, frente a cuatro botellas de vino tinto vacías.


- Che culeau… – dijo el Lechonazo - ¡Lastima que no pudo verlo la Berta!

No lo sabían entonces, pero el tiempo (y Doña Berta en persona) les diría que estaban muy equivocados.

9 comentarios:

Nati Alabel dijo...

Veo que te inscribiste en el blogazo!! Vamo' che, el mejor blog cordoooobés!

Ceci dijo...

Uh.. qué pica entre esos dos!!
Cómo me gusta esta historia, no puede estar mejor contada. Me imaginé todo, el recorrido, los autos y ese final… es excelente!
Yo creo que este ya es el blogazo cordobés :)
Beso!

ElFlaco dijo...

mmmm la Berta se las trae, vamo a esperate.
Lastima que al blogazo no se vota, io te pongo todas la ficha negro, eso si no te hagai el dolobu y pagate el fernando cuanto te den la 5 luca!

El gato vagabundo dijo...

Natalia: ¡Ojalá!¡Hay tantos buenos!

Ceci: El unico reconocimiento que me llena el corazón, es el de ustedes cada día con sus comentarios. Y lo digo en serio.

Flaco: ¿Fernando?¡Un asadazo de 5 lucas vamos a hacer!¡Y traemos a todos los comentaristas!

Claudio G. Alvarez Tomasello dijo...

No me dejen afuera... Y avisen con tiempo,para habilitar un permitido!!!!!!!

Rocío dijo...

Eso! Eso!
Yo ya iba a reclamar el ferné por haber avisado. Pero si hacen el asadete con todos me voy para allá! Me alegró ver que tanto el Gato como el Flaco se hubieran inscripto en el blogazo. Essssitosss mushashos.

Naiflai y los cuentos de la otra vida del Gato, lo mejor de los últimos tiempos!

Viejex dijo...

Asado en Cordoba!!!??? Excelente!!!

Zeithgeist dijo...

uhhhhhhhh yo me mudo a cordoba de nuevo en diciembre. DONDE HAY ASADO????

Marina dijo...

Me estoy poniendo al día, por favorrr, GENIAL esta historiaaa !!
Cada post me gusta mas que el anterior, da que no puedo largar la carcajada que tengo los chicos durmiendo jaja.
Excelente !!