viernes, 8 de enero de 2010

Ironias

A veces, es difícil entender las ironías. Y quien dice a veces, bien puede decir "siempre".


Dar ejemplos es sencillo. El viejito que muere esperando que le aprueben los medicamentos oncológicos en la obra social, y la aprobación que llega al otro día. O aquel que se enamora perdidamente de alguien, y se entera después de demasiados años, que a la otra persona le pasaba exactamente lo mismo. O ese jugador que, hundido en la compulsión y la bancarrota, se suicida con un billete de lotería en la mano. Ese mismo billete que se coronará ganador exactamente al otro día.


Hay días en que la vida misma parece una ironía, a veces cómica, y a veces cruel. El éxito del artista que le llega después de la muerte, por ejemplo, es una ironía cruel. El hecho de que llueva a los veinte minutos de lavar y encerar el auto, es una ironía cómica. Aunque mas cómico suele ser ver al dueño del auto intentar cubrirlo con el cuerpo o con una toalla de mano.


Están también las mixturas, los llamados "tragicómicos". Que te entreguen el vestido de novia una semana después del casamiento porque se confundieron la fecha. O tener una fábrica de peines y ser pelado (conozco ese caso).

Algo que me ocurrió hace poco, fué el siguiente caso: Venía por la autopista Buenos Aires - Rosario. El indicador del combustible me decía "con suerte y viento de cola llegas a Ramallo" y el tiempo que decía "con suerte y un huracán en el traste llegás a laburar a horario mañana". Los kilómetros pasaban, y no aparecía una sola estación de servicio. Nada. Y no podía darme el lujo de quedarme a esperar un remolque.


Llegué a la salida de Villa Ramallo, y desvié hacia adentro. Varios kilómetros de ruta destrozada e inundada después, llegué a la primer estación de servicio. Un boliche cochambroso y una gente de carácter similar.


El indicador luminico del tablero con el dibujito del surtidor, casi me cocinó las retinas vuelta y vuelta.


Al salir de la localidad, cruzando ríos sobre el asfalto, esquivando cráteres, aguantando a los dueños de camionetas que cruzaban los charcos a toda velocidad sin importarles que uno estuviera del otro lado de la linea central, vuelvo a la autopista.

A unos... digamos... diez kilómetros, una estación de servicio de esas nuevitas, relucientes, con flores, y con señoritas amables, de delicados rasgos y perfumes embriagadores, parecidas a las chicas de las novelas mexicanas, atendiendo el inmaculado e iluminado salón de ventas.


Y yo, con el tanque lleno del mugroso combustible que me despachó un señor feo y malo, y tomando mate con la yerba que me vendió una chica indiferente en un pueblo poco afable, tuve que seguir de largo, mirando el paraíso de los baños limpios y la atención esmerada y el wi fi, con la misma mirada del chico pobre que pasa por la puerta de la bombonería del barrio.


¡Cuantas veces pasamos por ese tipo de situaciones!.

Hay gente que ha aceptado la ironía como una forma de vida, haciendo ya caso omiso a las que les ocurren a diario. "Para que voy a comprar un paraguas... seguro que cuando salgo no llueve mas".


Dice una muy acertada frase: "Mantén tus palabras blandas... algún día seguro tendrás que comértelas"



La última ironía de quien escribe, es tener que trabajar codo a codo con aquel señor de la cocina, con quien habíamos expuesto diversos puntos de vista acerca de la tecnología automotriz.


Mas que ironía... yo lo llamaría "Lección de vida".


¿Cual es la mayor ironía personal que recuerdan?

5 comentarios:

Dolores dijo...

Una de mis grandes ironías es que me gusta el hígado de vaca. El problema es que no puedo tocarlo crudo, es por esto que siempre tengo que buscarme a alguien bien dispuesto para que me lo cocine...es así la vida Cat.

Unknown dijo...

en este momento no recuerdo pero estoy segura que tengo asi que cuando las recuerde pasare a compartirla con ud, por cierto muy bueno el posteo, saludos :)

Onirica dijo...

Mientras me acuerdo una mia... te dejo una ajena

Conozco a un chico que es intolerante a la lactosa pèro es adicto al borde de la obsecion a todo tipo de quesos.

Morira feliz.

Canoso dijo...

Una ironía??
Vivir.
Tengo un cuento a medio escribir que habla de eso.
A pesar de que la vida es básicamente una lucha, sufrimiento y algunas (muy pocas) alegrías y todo el mundo se queja constantemente de ella, se siguen reproduciendo.
Perdón, no quiero sonar negativo pero este pensamiento me acompaña desde que tengo uso de razón.
Al final, voya tener que darle la razón a Borges que en uno de sus cuentos dice que la cópula y los espejos son repugnantes porque multiplican a los hombres....
saludos!

El gato vagabundo dijo...

Dolores: A mi me gusta el durazno. Pero si lo llego a tocar, me empiezo a retorcer haciendo "aaah aaah aaaah"... pensar que de chico, me los comía si siquiera lavarlos.

Azul: Gracias!

Onírica: ¡Y probablemente de constipación!

Carugo: Ufff... ya lo creo que vivir es una ironía. Es la mas grande de todas.