Muestra gratis

... "zinnnng"... apenas se oyó el sonido de la hoja del cuchillo, muy suave, entre el griterío de los periodistas preguntando. El cuello se abrió al cielo, y las escasas gotas de sangre que aparecieron, se transformaron en esferas carmesí, que por un momento, se suspendieron en el aire ante los ojos incrédulos de cientos de buitres.

2 segundos después, muchos de ellos se encontraban salpicados de la sangre del juez mas corrupto en la historia penal de la nación. En las escaleras de los tribunales, yacía el cuerpo aun caliente del Dr Sanchez Aravena, y con el se terminaría una prolífica (y bien paga)puerta a la libertad de miles de asesinos, violadores, y ladrones de autos (estos eran sus preferidos).

Y mientras los que sostenían micrófonos huyeron sin mirar atrás, los camarógrafos y fotógrafos cumplieron con su tarea de alimentar de sangre a los millones de televidentes. Nadie pudo ver en realidad al asesino. Se escabulló tan rápidamente entre la multitud, que podría haber sido cualquiera de los periodistas presentes.

Se fue caminando con paso firme, tranquilo, por la avenida mas transitada. Cuando llegó a la esquina, le sacó el capuchón al cuchillo apenas ensangrentado, y la arrojó en un cesto de basura, mientras esperaba la luz de cruce en el semáforo. Inmediatamente lo guardó entre la ropa, y bajo a la estación de subte.

Durante ese día, los peatones mas observadores se asombraban, al ver entre la basura del cesto un micrófono del mayor canal de noticias.

El tiempo apremiaba, el subte asfixiaba, y el ya se estaba dirigiendo a su próxima víctima. Sin expresión perceptible, su rostro reflejaba la temperatura de su sangre. A el, no le importaba si los pasajeros debían sufrir esa miseria para llegar a sus trabajos. El ya estaba trabajando.

Una anciana que necesitaba bajar, iba abriéndose paso dificultosamente entre la muchedumbre. Cuando paso por delante de el, no pudo evitar pisarlo. El, a diferencia de los demás, le ofreció su brazo, y comenzó a abrirse paso hasta la puerta.

- Gracias joven - le dijo
- Por favor señora, es lo que cualquiera haría...

Aprovechó el haber bajado dos estaciones antes del barrio de los coreanos, para caminar un poco, oliendo el aire rancio de la ciudad. Entro al fétido baño, se instaló en uno de los cubículos, y cerró la puerta.

Y se cercioró que la "Dessert Eagle" tuviera balas y funcionara correctamente...