viernes, 5 de diciembre de 2008

A pedido III

Como se viene el fin de semana larguisimisimisimo, y no voy a estar por aca, publico todo lo que estoy recordando de mis conversaciones con un enorme ser humano.

Conversaciones con Luca – Tercera parte

Pasaron varias semanas. Por alguna cuestión, siempre se posponía mi viaje a Palomar.

Volví a la estación cuando volvió la primavera, y el calorcito abría las primeras flores en los jardines de Avenida Aviador Wernicke. Llegue a la estación, pero me sentía muy distinto a lo que había sido la ultima vez.

Encontré a Luca muy flaco, y no estaba tomando ginebra.

Lo saludé, y me dijo:

- La ultima vez, no te dije, pero era también mi cumpleaños…
- El 16? 16 de mayo?
- No. 17. Cuando viniste ya era sábado – dijo riéndose
- Claro… que boludo… tauro como yo
- Pasaron muchos años desde el 17 que nací, tal vez no en el calendario, pero en mi vida si
- A veces, esa sensación de que el tiempo no se nos ajusta…
- Si, esa misma sensación, como la de sentirse que te vas haciendo mas y mas pequeño…
- O que te caes de la cama…

Nos reímos por las cosas que comparábamos. Y me contó un poco acerca de las drogas, del sexo, de su amigo que lo trajo a Argentina, y mucho mas. Hablamos mucho, como dos señores grandes que se juntan en una plaza a tomar fresco. Luca era un tipo raro, y lleno de verdades, y yo era un borrachín de 14 años, hablando con un gigante. Y hablábamos como vecinas en la puerta.

Nos escuchábamos. Y yo, ya teniendo la sensación de estar frente a una parte de la historia, perdí de golpe esa falsa sensación de la fama, de conocer a alguien inalcanzable. Yo estaba frente a una de las figuras de la escena musical de aquel entonces, y me sentía como con un viejo amigo. El, el gigante, tenía a un ser humano formidable detrás. Un ser humano dependiente y vulnerable. Un hombre que sufría, que hubiese cambiado todo por tener a su hermana otra vez.

El hombre que aparecía en las revistas, era un ser humano igual que yo. Y tal vez, mi indiferencia frente a un actor por la calle, o a un periodista, un escritor, un lo que sea que aparezca en algún medio masivo, nació aquella tarde en Palomar.

Recuerdo que volvimos al tema del tiempo. Me comento:

- Mi cuerpo sufrió mucho. Y por eso, el tiempo es distinto para mí
- Supongo que te empezaras a cuidar…
- Me quiero recuperar de todo este trago y este pucho… pero es difícil

Hicimos una pausa, como en todas nuestras conversaciones donde, para cada respuesta, había una pausa de minutos a veces, o de un par de pitadas. Esta vez, las pausas eran mas largas. Como si pensáramos cada cosa que decíamos. Le pregunte:

- Luca, ¿esta es la ultima vez que nos juntamos?
- Me gustaría creer que no, pero esto… esto no está nada bien…
- ¿Y la banda? ¡No los vas a dejar en bolas!
- Van a andar bien. Son muy buenos, ¡el único malo ahí soy yo!

Nos reímos un rato largo con esa frase.

- Me dijeron que se reúne Led Zeppelin
- Yo los seguí mucho allá. Fueron enormes, pero ya son viejos
- ¿Viejos vinagres?
- No. Viejos. Sin voz, y con problemas de viejos. Deberían dejar.
- ¿y cuando vos seas viejo vas a dejar de cantar?
- Yo no voy a ser viejo. No soy un nene, pero tampoco voy a llegar.

Esa frase me dolió en el alma. El ya sabía que su vida estaba llegando a un final, tal vez alentado por él mismo. Es desesperante ver a alguien así y no poder hacer nada.

Mire sus pies. Andaba en ojotas. Tal cual había andado también en invierno.

- ¿no queres tener hijos, nietos?
- ¿para que? ¿Para que tengan un papa que anda afuera siempre?
- Para saber que se siente…
- No, bueno, si, pero acepto lo que me tocó.
- Pero…
- Tus chicos van a escuchar Sumo, ¡y te vas a querer morir! Ja ja ja ja!

Di vuelta la cara. No podía soportar hacerme a la idea de que alguien así haya aceptado un destino como inexorable, cuando podía de alguna manera torcerse. Di vuelta la cara para que no viera mis infantiles lágrimas.

- Bueno… - me dijo – me parece que me voy a ir
- El viernes que viene, ¿vas a estar acá?
- Quien sabe pendejo… quien sabe

Se fue, caminando lento, con dificultad. Y me quede solo. Solo, con sensación de soledad, con esa soledad interna que no se va, ni con una manifestación alrededor. Cuando uno se siente solo, no hay nadie que pueda entenderlo.

Volví a casa, sin ganas de nada.

Estaba perdiendo a un amigo y no podía hacer nada al respecto.

4 comentarios:

ElFlaco dijo...

"Estaba perdiendo a un amigo y no podía hacer nada al respecto" las cosas de la vida Gato, quien iba a pensar que veintitantos años despues estarias haciendo algo por ese amigo, lo estabas recordando.
Lo parió felino!

Viejex dijo...

Cuando dijiste que habias conversado algunas veces con Luca no me imaginé que las charlas fueran asi.

Me dejan un sabor amargo, como seguramente te lo deja a vos cuando las recordas.

Aún así, celebro que las hayas compartido.

El gato vagabundo dijo...

Flaco: Si. Y me doy cuenta, que del Luca que nadie hablaba, del que los noticieros no dijeron nada, yo pensaba que nunca iban a hablar. Y mira ahora, un pelagatos como yo recordando a un tipazo. Que lo pario mendieta!

Viejex: No. Amargo seria el sabor si no las hubiera tenido. Eso si, te puedo asegurar que mientras escribo me cuesta evitar las lagrimas. Que lo pario che...

MariaCe dijo...

Hola che
Vengo del blog de la Mona.
Yo conocí (bah, "el verbo es excesivo", diría Borges), digamos más bien, vi, tuve un cachito de minicharla una vez con Luca. Hace añazos, en un tugurito de Almagro. Yo era muy nena entonces (tengo 43 ahora) y no tenía vocación de groupie pero le andaba cerca, así que apenas si alcancé a discernir al humano atrás de la figura "publica". Y no obstante me quedó la sensación de pibe vivido, muy vivido y muy gastado.
Me gustó este recuerdo tuyo, qué bueno que hubo oportunidad para el encuentro entre ustedes.

Hermoso post.

Cariños.