jueves, 16 de abril de 2009

Damián y la válvula


- Ya la voy a arreglar - dijo papá

Y la radio "Capilla" dejó de funcionar, y se quedó sin la tapa de atrás. Lo cual era un peligro inconcebible en una casa donde había tres chicos chiquitos. Pero papá sabía.

Cuando pudo conseguir el reemplazo de la válvula que estaba fallando, lo llamó a Damián.

- ¿Querés ayudarme a armarla?
- ¡Si papá! - gritó Damián, excitado.

Siempre estaba pegado a su padre. Roberto era un hombre robusto, morocho, de ojos verdes profundos. Era un padre de pocas palabras, pero la dulzura con la que cuidaba a sus hijos le arrebataban ese aire temible que intimidaba al resto del mundo. Había vivido mucho, había aprendido que la vida no era siempre dulce, y no quiso para sus hijos esa dura lección. No tan pronto. El apego con Damián era notorio.

"Damián, ¿me ayudas a arreglar el auto?", y ahí iba Damián a sostener la linterna, a pasarle destornilladores, a oler la nafta y el aceite y el hierro caliente. Ahí iba Damián a apretar el freno, a fijarse si andaban todas las luces, a arrancar el auto y acelerarlo (eso era lo que mas le gustaba).

Cuando reemplazaron la válvula, papá le dijo a Damián:

- Ahora, la voy a encender. No toques nada Damián, porque es muy peligroso.

Damián comprendió.

Papá se fué al frente de aquella radio enorme de madera lustrada, con una luz y perillas y un cuadro con numeritos en el frente. Giró el interruptor...

Damián no pudo evitar que los ojos se abrieran desmesuradamente, y que la boca se le entreabriera. Una expresión de asombro adornó su carita de nene maravillado. El espectáculo era increíble. Una a una, las válvulas comenzaban a encenderse, con una luz anaranjada y tenue al principio, para ir luego ganando intensidad y brillo. Había docenas de ellas, grandes, chicas, medianas, con formas extrañas y fabulosas.

Papá le había enseñado los peligros de la electricidad, del fuego, de los objetos cortopunzantes. Y precisamente, la electricidad y el fuego era lo que mas atraía la atención de Damian.

Para su sexto cumpleaños, papá le regaló a Damián un juego de química, con tubos de ensayo, mechero, erlen meyers y probetas. Y muchos compuestos para mezclar.
Claro... entre Damián y papá buscaron otros compuestos para agregarle a los experimentos recomendados por el juego. Dos chicos...
Uno de los experimentos se había tornado de un color rojo oscurísimo, espeso, y ebullía amenazante... Papá tapó el tubo con un corcho de goma...

Aquella noche, todos en el cumpleaños miraban aterrados las paredes del comedor, con manchas color sangre, como si hubiera ocurrido ahí una masacre. Papá le sonreía cómplice a Damián, y le bajaba la mirada a mamá, que tenía esa noche una expresión adusta, rarísima en ella.

- ¿Prendió Dami?

Damián estaba sin palabras. Papá se asustó ante el silencio y se asomó a la parte de atrás. Vió a su hijo con la carita iluminada de felicidad y luz amarilla. Se le acercó.

- Me parece que es mas linda la radio por adentro que por fuera...
- Me gusta mucho papá... parece la tele del abuelo, pero con mas lucecitas

Papá recordó que a la tele de los abuelos también le había cambiado una válvula hacía un tiempo, pero Damián era muy chiquito para recordarlo.

- ¿Y como te acordás?
- Me acuerdo. Muchas cosas me acuerdo.

Damián recordaba cosas de cuando tenia tan solo un año. Cosas simples, un aparato de teléfono, parte de una canción, un terremoto en el 77 que después supo, había sucedido muy, muy lejos de su casa. Tenía una memoria muy receptiva. Y una creatividad sobresaliente.

- ¿Querés la válvula que cambiamos?

La respuesta era tan obvia que no se hizo esperar.



La radio después de aquel día, ya no tuvo la tapa de atrás puesta. Damián comprendió con los años, que eso no había sido un simple descuido de papá.

Aquella antigüedad, desapareció algún día, vaya uno a saber en que mudanza.

Papá ya se fué, hace muchos años. Y dejó muchisimas cosas en el corazón de Damián. Se aseguró de ir dejando durante todos ese tiempo compartido, reservas de cariño suficientes como para cien años.

También le dejó a Damián una válvula quemada. Una válvula que para el representa la tangibilidad del pasado, la felicidad, la historia, la anaranjada luz que lo sorprendió aquella tarde después del colegio.

La conserva en una cajita irrompible, de acrílico, en su mesita de luz.

14 comentarios:

Mariana dijo...

Te revolearía un zapato, sí.
Por hacerme lagrimear en la oficina.

Chasumá. Golpes bajos a media mañana no son bienvenidos.

Viejex dijo...

En casa teniamos una TV a valvulas (B/N por supuesto) y para mi era fascinante ver al sr Peinado (ese era su apellido) arreglarlo. El aparato se rompía cada dos o tres meses, para alegria mia y tortura de mis viejos. Sin dudas era mas lindo por dentro que por fuera!

Ceci dijo...

Todo el cuento es un enorme sacudón al corazón.

Mi infancia tuvo aparatos a válvula que se usaban poco y se cuidaban mucho, padre de pocas palabras pero gestos llenos de amor y niña metiche en todo lo que su padre hacía (que incluía desde ayudar a nacer terneritos y sacar miel de las colmenas hasta meterse en una fosa oscura para arreglar el auto desde abajo).

Así que con esta historia me dejaste el corazón un poco apretujado. Pero contento :)

La Rusa dijo...

Sos jodido

El gato vagabundo dijo...

Mariana: No es golpe bajo! Es un recuerdo maravilloso!. Aun tengo la valvula!

Viejex: Ver esas valvulas y esos chupetes conectados al tubo... eso era magia papá!... que me vienen con Copperfield...

Ceci: Si bien las vivencias pueden haber sido distintas, condicionadas por el entorno y la forma de vida, creo que los papás nos dan lo mas maravilloso que hay. Recuerdos felices. Y en eso nos parecemos casi todos.

La rusa: Segun que dia de la semana Rousseau...

Eric dijo...

Qué tierna historia. Coincido en que no es un golpe bajo. Es nostálgica y un poco triste, sí, pero no tiene más golpes bajos que los de la vida misma, en realidad.

Mona Loca dijo...

Muy buen relato, Gato.

Hace rato que no te mandabas con algo así.

BEsachos

gamar dijo...

Muy bueno, pero muy.
A diferencia, claro, de las féminas, para mi no es un golpe bajo, sino una ayuda para rememorar mi propio pasado.
No me llamo Damián, mi hermano si, pero es a mí al que le prendió el bicho de la electrónica en un evento similar.
Y claro que tengo como recuerdo más de una válvula termoiónica en la que veo una gran belleza.
Gracias y felicitaciones.

Arle dijo...

Qué hombre maravilloso si logró transmitirte tanto con tan poco.

Y no lo extrañes tanto porque si te mirás al espejo, lo ves.

Apapachamiento de jueves

María Pía dijo...

Hola Cat, qué linda historia!
Estoy leyendo tu blog desde el hombre cosmopolitan...ja ja ja, ya comento,ya comento.
Andás inspirado guacho!

Claudio G. Alvarez Tomasello dijo...

NO hay derecho. Me hiciste emocionar MAL.

Sunescán... dalunabus!


Gracias Gato.

Laura dijo...

qué linda historia che...me hiciste acordar de tantas cosas.!!!
el de hoy es un beso con ruido....bien especial y merecido

Andrea dijo...

Que linda historia! me encanto! sos un capo escribiendo.

El gato vagabundo dijo...

Eric: Yo lesdiría mas bien recuerdos de la infancia...

Mona: Ufff... andaba en recuperacion!

Gamar: Gracias Gamar! Aquel evento disparó en Damián mas bien un ansia de investigar el mundo.

Arle: Lo veo todos los dias. Y lo escucho hablar, y lo veo abrazar a mi hijo (que no conoció).

Violeta: Si! Es cuando ando bien!

Claudio: Me alegro Claudio que te hayas emocionado. Demuestra que hay un alma sensible. (Igual eso yo ya lo sabia)

Laura: Guau! Ruidoso y bienvenido!

Andre: ¿Vos decis Andre?¿Para tanto?