viernes, 28 de agosto de 2009

El amor real y el amor de telenovela

Esta es una historia verdadera. Y los nombres son reales.

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Tuve dos abuelas.

Mi abuela Rosa, por parte de mamá, que perdió a su esposo, mi abuelo Pepe, allá por principios de los 50's. Mi abuela Rosa era además mi madrina. Una mujer extremadamente paciente y dulce. Mi abuela Selva, por parte de papá, sufrió el "abandono" de hogar de su marido. La abuela Selva no era fácil... no. Estaba hecha de pólvora. Las abuelas eran las antítesis. Mientras con una nos pasábamos las tardes viendo dibujitos, o paseando por la tranquila avenida principal de Santos Lugares, la otra, nos llevaba de las orejas a la agronomía, a pasear en tren, a caminar por Avenida Triunvirato o por Chacarita, o nos llevaba a jugar, o a tomar helados a la noche, y también nos ponía a laburar... ¡que tanto!.

La abuela Selva volvió a formar pareja, con un señor llamado Hector. Hector fue mi único abuelo.

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Un abuelo como pocos el Hector Santiago...

Uno llamaba a la casa de la abuela Rosa, y siempre atendía alguien.

Uno llamaba a lo de los abuelos, y era raro que recibiera una respuesta. Solían llamar desde localidades remotas, para avisarnos que no estaban en casa, que se habían subido a un micro y habían rajado con un grupo de jubilados.

Desde que tengo memoria, mi abuelo Hector siempre estuvo junto a la abuela Selva.

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Claudia es una hermosa mujer. Digamos que me lleva cierta ventaja en la edad (cuando yo nací ella estaba terminando la escuela primaria).

Con Claudia surgió una relación corta e intensa. No terminó muy bien la cosa. Pero tampoco muy mal. Ella trabajaba en la misma empresa, y hasta en el mismo piso que yo.

Cuando avisé que no iba a ir a trabajar porque mi abuela Selva había fallecido, fue de las primeras en enterarse.

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Cuando iba a la casa de Stella, allá por los noventa y algo, nos quedabamos horas conversando en la puerta. La relación era extraña. No eramos amigos, y sin embargo, no eramos otra cosa tampoco.

Un día se dio esta conversación:

- Nadie muere de amor... el amor verdadero no se si existe.
- Si que existe - dijo ella - y sí se puede morir de amor.
- No lo creo...
- Cuando mi abuelo se murió, a la semana, murió mi abuela.
- Coincidencia...
- Murió porque no podía concebir la vida sin el...

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En Av. Juan B Justo y Cucha Cucha estaba la sala velatoria. En un primer piso. Vino poca gente, hay que reconocerlo, pero entre esos pocos que se acercaron, estaba Claudia.

Claudia se pegó inmediatamente a mi abuelo Hector. Mi abuelo Hector no le soltaba la mano. Ella me miraba cada tanto y me sonreía. Estaba fascinada con ese hombre. Hablaron durante horas.

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- ¡Que hermosa persona que es tu abuelo!
- Si... es un hombre maravilloso.
- ¿Sabes que me dijo?
- No...
- Me dijo "el amor de la vida existe... es real... busquelo. A mi se me acaba de ir"
- ¿Mi abuelo?
- TU abuelo...

Me lo dijo con una sonrisa mientras yo me quedaba sin palabras. Nunca había hablado de amor, o de pareja siquiera. Y le había reconocido a Claudia, que amaba ciegamente a mi abuela Selva.

A la semana, estábamos velando al abuelo Hector su hija y nieta, mis hermanos, mi vieja, y Claudia.

Nadie lo podía entender.

Excepto claro, Claudia y yo.

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Entonces, me acordé en el silencio de la noche, lo que Stella me había vaticinado mas de 10 años atrás.

13 comentarios:

Ceci dijo...

Que linda historia.

Yo creo que sí, que existe ese amor tan intenso y total que se confunde con la vida misma.

Me gustó también esa relación entre el nombre de tus abuelas y su temperamento :)

Beso

gamar dijo...

Ver para creer.
Ud no tiene excusa ya, no cabe duda que eso existe. Digo eso porque los viernes no puedo pronunciarlo.
Muy buena historia.
Un abrazo

Maria dijo...

La historia es tan entrañable que parece el boceto del guión de una buena película, aunque se sabe que la ficción nunca puede con la realidad

Canoso dijo...

Gato:
El amor verdadero existe. Se puede morir por amor.
Lo que pasa es que muy pocas personas se enamoran verdaderamente...
Un saludo

Onirica dijo...

Yo comprendi eso cuando me regalaron una parejita de Inseparables (con unas cotorritas muy colorinches) Y me dijieron que si se moria una... al los dias se me iba a morir la otra... por supuesto nunca di bolilla a eso porque de chica miraba mucho documental y tenia mucho sentido comun... (para que te des una idea nunca crei en papa noel porque me parecia ilogico a mis 6 años que un barbudo abrigado en diciembre anduviera con renos voladores tirando juguetes por la chimenea) Siempre pense que no pasaria. Las cotorritas vivieron sus años y la hembra murio, al instante que saque la pajarita de la jaula... el otro dejo de comer, de cantar, de moverse y al otro dia... se murio. Y ahi me di cuenta que el amor tambien es parte de la madre naturaleza. Que sentido tendria la vida si no tenemos con quien compartirla? Yo creo que ser inmortal es posible... siempre y cuando vivamos en el recuerdo de alguien... y para eso necesitamos quien nos recuerde... necesitamos de otro.

Mona Loca dijo...

Hermosa historia.

Yo también creo que existe.



Besos!

Nati Alabel dijo...

Me hiciste lagrimear...

gustavo dijo...

buen comentario,buena reflexion.
para cuando algo de alberto braccachini?

laura dijo...

mirá, te lo aviso, si se te cruza por la cabeza volver a cerrar el blog o no escribir más, me voy hasta ahí y te agarro a patadas en el cu...

hermoso, sinceramente muy bello

mi beso, minino

El gato vagabundo dijo...

Ceci: Nunca lo había pensado! Mi abuela Rosa Margarita era una flor. Mi abuela Selva Paz era un mundo.

Gamar: ¿No puede pronunciar la palabra de 4 letras los viernes?. Yo sabía de gente que no bebía o no dejaba titere con cabeza los viernes... pero no poder pronunciar una palabra, ¡no lo escuché nunca!. No hay dudas que usted es o un loco o muy original. ¡O ambas al mismo tiempo!

Maria: Tendrías que haberlos conocido Maria... la cantidad de cosas que me enseñó ese hombre que no tenía relacion sanguinea conmigo, y sin embargo, siempre estuvo ahi...

Carugo: Si. Agregarle algo a eso sería arruinarlo.

Onirica: Tal cual. Esta el caso de los hipocampos tambien, y varios mas en la naturaleza. Por otro lado, fijese usted la raza humana. ¡Y eso que somos los que pensamos!

Mona: Usted no lo cree. Usted lo sabe. Usted lo tiene.

Natalia: No Nati... es una historia de amor. Bueno, si, hay muerte... pero básicamente es una historia de un amor tan profundo, sincero, ilimitado, que trasciende el cuerpo. Un hombre maravilloso dió su vida por una mujer. Esa es la verdadera historia.

Laura: ¿Y a donde vendría?. ¡Aviseme así le voy haciendo reservas hoteleras!¡Aunque venga a cagarme a patadas!

Rocío dijo...

snif... qué lindo!

Claudio G. Alvarez Tomasello dijo...

Vívida historia, Gato.

La Ruiva dijo...

Que hermosamente combinadas estas historias, y que espectacular contenido.

Te felicito.